La violencia, la falta de respeto por la vida, son elementos de gran perturbación en nuestro comportamiento social. Tan grande se ha hecho esta perturbación, que no hay ciudadano o familia que no haya sido afectado, directa o indirectamente, por la violencia que se han encargado de generalizar los delincuentes por un lado, y por otro lado las autoridades encargadas de combatirlos con apego a las leyes, a las normas de convivencia social y a los principios de respeto por la integridad de los seres humanos.
A esta gran perturbación no podría escapar la autoridad eclesiástica y de ahí que los obispos que integran el Consejo Permanente de la Conferencia del Episcopado Dominicano manifiesten de manera expresa su triste y honda preocupación por la creciente escalada de violencia que vive el país, por la sangre derramada en virtud de las agresiones contra seres humanos.
El comunicado de este organismo de la Conferencia del Episcopado Dominicano es un llamado de atención sobre la necesidad de atacar de manera efectiva los precursores de violencia en todos los órdenes. En momentos en que nos perturba de manera explícita la violencia de la autoridad en la lucha contra el crimen, nos sienta un mensaje del liderazgo pastoral que invita a corregir el rumbo de nuestro comportamiento.
Falla gerencial de las Edes
Uno de los factores de pérdida de las distribuidoras de electricidad descalifica la calidad de su gestión gerencial, pues obedece, según una voz autorizada del Banco Interamericano de Desarrollo, a la falta de facturación de la energía utilizada por usuarios no registrados. Hay miles de usuarios conectados a las redes eléctricas sin un contrato previo, sin un compromiso de pago, pero las distribuidoras jamás se preocupan por llevar un inventario de los usuarios de la energía que colocan en línea.
Esta actitud de las Edes se debe a que una parte de sus pérdidas son compensadas por el Estado, otra es prorrateada entre los usuarios que pagan puntualmente y una tercera parte por el ahorro en costos administrativos derivados de la omisión de la facturación, distribución entre los usuarios sin contrato y la gestión de cobro. Distribuir electricidad ha sido uno de los negocios más lucrativos nacidos al amparo de la capitalización del sector eléctrico.