El FMI resumió y publicó sus conclusiones preliminares sobre la economía dominicana 2016, su famoso artículo cuarto. Nos dice dónde estamos y qué hacer. Nada nuevo bajo el sol, lo sabían Gobierno, oposición política y empresarios. Las previsiones rigurosas y las solventes críticas, se conocerán cuando el informe inextenso sea publicado en la web, será después que el Directorio Ejecutivo lo debata y apruebe.
Con unas u otras afirmaciones se podrá o no estar de acuerdo, lo que no tiene disputa es la batería de recomendaciones. Como las reformas se posponen desde hace años, el FMI repite las principales recomendaciones del informe 2015, que por cierto ha estado disponible en la web desde el 10 de noviembre 2016, desmintiendo la versión de que el Banco Central no permite su publicación. Los países que deben hacerlo, son los que están bajo acuerdo con el FMI, por eso lo publicó Haití el pasado año. Para todos los demás, incluyéndonos, es un acto de carácter voluntario.
Con un diagnóstico impar, porque pondera comportamientos positivos, expresa preocupaciones y recomienda, convencido de que por ahora el Gobierno no se plantea cambiar de ritmo, prioriza la agenda política, aunque muy alto sea el riesgo para la sostenibilidad de las cuentas públicas. Es cierto, el momento actual refleja un preocupante parón en el impulso de las reformas, no obstante incertidumbres en los mercados internacionales decirnos que lo inteligente es encarar ahora los cambios que demanda el modelo tributario.
Celebra, lo que comparto, el crecimiento del PIB, que superó su potencial, contuvo las presiones inflacionarias y fortaleció la posición externa. También la política de acumular reservas internacionales, el avance hacia un tipo de cambio más flexible y la intervención al mercado cambiario para suavizar la volatilidad excesiva.
Cuando se habló de lista de espera en bancos comerciales, apoyé la venta de dólares, convencido de que no había escasez. Me ajusté estrictamente a los datos que reportaban un flujo neto de divisas del exterior en aumento. La Asociación de Bancos Comerciales me dio la razón, afirmó que la demanda diaria de dólares había aumentado a US$130 millones. Con otras palabras atribuyó la lista de espera a un exceso de demanda, que estimó entre US$45 y US$40 millones, un 50% sobre lo normal.
Escribí que las compras se estaban adelantando por dos motivos. Uno, por miedo al estilo antisistémico y tono agresivo de Trump, y dos, por la rápida apreciación del dólar en el mercado internacional. En los primeros cuarenticinco días de 2017, el peso se devaluó 1.05%, y en poco menos de 0.60% las monedas que Bloomberg usa como referencia para seguir la evolución diaria del dólar. Lo reportó de otra manera, que en ese porcentaje se había apreciado el dólar respecto a las demás monedas.
Sobre las preocupaciones, el FMI citó los continuos déficits del sector público consolidado, el crecimiento de la deuda (agrego, a mayor velocidad que el PIB corriente, ese es el peligro), su sostenibilidad y viabilidad. Teme que la situación se agrave con el aumento del petróleo y tasas de interés, apreciación del dólar y proteccionismo comercial de Trump.
Solo resta decir que los hechos están sobre la mesa, falta saber lo que hará el Gobierno.