Bajo la seducción de ideales estéticos no debe ignorarse a los cirujanos competentes, organizados y con experiencia
Las muertes registradas en los últimos años a raíz de practicarse cirugías plásticas hacen ver a República Dominicana como un país en el que nadie debe entrar a un quirófano con fines estéticos sin antes cerciorarse de los antecedentes de las clínicas y médicos a los que van a exponer su cuerpo, su salud y su vida, que no siempre están certificados en la especialidad que se atribuyen ni avalados por la organización profesional que aglutina a los profesionales de auténtica formación en ese ramo.
En el período 2019-2020 trascendieron investigaciones por diez decesos atribuidos a complicaciones post operatorias como consecuencia de alegadas malas prácticas y que en varios casos fueron a parar a tribunales como demandas civiles; y en lo que va del 2021 por lo menos cuatro fallecimientos pasaron a conocimiento público generando alarma en la sociedad.
Según la exposición que en su momentos hicieron ante la justicia familiares de quienes perdieron vidas, en la lista de los más recientes decesos figura el de Altagracia Díaz que se sometió a reducción de senos y extracción de adiposidades en uno de los diez o más centros que han sido ocasionalmente clausurados por autoridades (hasta tres veces uno de ellos) a partir de comprobadas faltas de condiciones para efectuar cualquier tipo de cirugía.
En el balance que retrata parcialmente la preocupante mortalidad por procedimientos estéticos en el país, figuran también como víctimas por hechos anteriores: Julia Arias, Johanna González Alvarez, Katherine Jacqueline Pérez Minaya, Joseline Agramonte, Sharilene Cedeño, Katia Anayara de León Almonte, Alexandra Medina, Jesmy Tapia, Alicia Renette William, Marie C. Fleurima y Sharlín Almánzar. Estuvieron sometidas a diferentes tipos de cirugías en establecimientos que tras ser clausurados, reabrieron sus puertas con autorización oficial poco tiempo después.
Aunque toda cirugía implica riesgo, aun las menos invasivas, la Sociedad Dominicana de Cirugía Plástica y Reconstructiva se ha pronunciado en más de una ocasión posterior a trágicas consecuencias de intervenciones sobre la participación en el ejercicio de la especialidad de médicos generales sin estudios de post grado y sin el noviciado de ejercer por un tiempo a las órdenes de especialistas consagrados.
Médicos agremiados entienden que las denuncias de mala práctica que han envuelto a profesionales certificados han sido mínimas. Consideran que se ha abusado en demandar galenos, muchas veces sin una justificación real; y ponen de relieve que hasta ahora ningún cirujano plástico real ha sido condenado en los tribunales.
Vale destacar, sin embargo, que tampoco se han pronunciado sentencias definitivas contra algunos médicos insistentemente relacionados con defunciones posteriores a procedimientos estéticos encausados con solidez de expedientes y suficientes indicios, incluso, de que algunas operaciones fueron practicadas con escasos recursos científicos y fuera de verdaderas salas de cirugías.
Se calcula, según registros periodísticos, incluyendo la prensa exterior enfocada en el llamado «turismo de salud» que en ocasiones conduce a perder la vida, que en los últimos seis años han muerto en República Dominicana 12 neoyorquinas que vinieron al país seducidas por el sueño de mejorar su apariencia. Lo hizo constar en una de sus publicaciones el reconocido periódico británico The Guardian.
En su investigación el rotativo llegó a la conclusión de que en el año 2018 en la República Dominicana se practicaron más de 23 mil cirugías plásticas, con más de 18 mil de ellas aplicadas a extranjeros.
Se reportan como sobrevivientes de implantes en glúteos practicados en el país con indeseables y críticas consecuencias, Alexandra Hatcu, Nancy Medrano, Jessica Cediel, Alejandra Pinzón, María Mónica Urbán, Yina Calderón y Lady Noriega Hoyos, entre otras. Los apellidos poco comunes en el país que aparecen en los seguimientos corresponden a extranjeras que en su mayoría solo vinieron para ser operadas.
Para la Universidad de Galveston, Texas, República Dominicana es uno de los países en los que se registran más casos de infecciones post cirugías plásticas a turistas que vienen al Caribe desde los Estados Unidos.
De 42 casos de complicaciones registradas fuera de Norteamérica, 20 procedieron de la República Dominicana, relacionados con abdominoplastías, reducciones de senos y liposucción, de acuerdo al estudio levantado por la academia estadounidense.
EL DINERO IMPORTA
El sobresaliente cirujano plástico y reconstructivo, doctor Guaroa Ubiñas Renville, critica que muchos especialistas dominicanos de su rama se hayan apegado en su ejercicio al aspecto estético que les resulta más rentable, algunos dejando de lado «hasta escandalosamente», las técnicas y métodos de que dispone la ciencia para reconstruir y reparar partes del cuerpo humano en busca de rehabilitaciones físicas y motoras más importantes para la vida que las metas de apariencia.
Cree que en el país se ha multiplicado el número de cirujanos plásticos que buscan riqueza dedicándose a un «sinnúmero de aplicaciones y métodos de rejuvenecimiento o supuesto embellecimiento». Considera que se ha llegado al extremo de crear centros de cirugías que son puestos a cargo de «ayudantes» de determinados profesionales calificados que son los que deberían estar al frente.
.Desde su punto de vista, las muertes en la práctica de la cirugía plástica son evitables si se actúa con honradez y se hacen ver a los pacientes que carecen de conocimiento científico los riesgos que encierra el someterse a varios procedimientos quirúrgicos a la vez.
RIESGOS MÁS COMUNES
Cirujanos plásticos de impecable ejercicio en el país han dicho a la prensa que consideran poco probable -aunque sí posible- el morir a causa de las intervenciones que ellos practican, señalando como riesgos a ser tomados más en cuenta las trombosis venosas profundas, el tromboembolismo pulmonar post operatorio, la intoxicación por anestésicos locales, depresión respiratoria, sedación excesiva y shock anafiláctico.
Cuando se preguntó cuál es la cirugía estética más peligrosa, los consultados coincidieron en señalar a la posbariátrica. Los demás problemas solo aparecen en un 5% de las cirugías, sin perder de vista que entre los factores que pueden ser determinantes en los desenlaces graves están el estado previo de los pacientes y la falta de experiencia de los médicos actuantes.
La posbariátrica se practica después de que algún paciente experimenta una aguda disminución de peso y se le deben extirpar un excedente de piel y de material celular y su peligrosidad reside en que se extrae mucho tejido y se pierde mucha sangre. Las complicaciones en esta rama quirúrgica se registran entre un 15% y un 20% de las personas llevadas al quirófano.
Las cirugías para reducir el exceso de grasa en el abdomen son causas muy común de infecciones y de formación de hematomas que ocurren cuando algunos vasos sangran después de la cirugía, un resultado indeseable de mayor probabilidad en personas obesas.
Lamentaron a una sola voz que muchas mujeres, ansiosas de embellecer, recurran a las plataformas digitales para lograr su objetivo y en ellas encuentran médicos que prometen «milagros baratos» sin estar capacitados y que suelen recurrir a insumos y productos sin certificación de calidad.
Venir de fuera con pasajes que incluyeron ingresar al cementerio
CONFIANZA EN EL BISTURÍ
En República Dominicana y en algunos otros países, el tiempo de pandemia en el 2020 a partir del virus SARS-CoV-2 coincidió con un notable aumento en la demanda de intervenciones quirúrgicas con fines estéticos atribuido a una mayor disponibilidad de dinero en la diáspora radicada en Estados Unidos, principalmente, donde se produjo un vuelco de ayuda social estatal para mitigar la crisis económica.
El doctor Rubén Carrasco, director de la Sociedad Dominicana de Cirugía Plástica, Reconstructiva y Estética, declaró a medios de prensa a comienzos del 2021 que numerosos dominicanos llegaron del exterior en el año que recién terminaba para modificar su apariencia.
Desde otras fuentes se indicó que el 90% de los pacientes que acudieron a clínicas de cirugías estéticas en esos meses de abundancia procedía de Norteamérica y que hubo clínicas que recibieron un impacto significativo y llegaron a practicar hasta cien cirugías al mes.
Las informaciones previas sobre un auge de las querellas judiciales por supuestas malas prácticas médicas, que en ocasiones llevaron a morir y provocaron escándalos, no han restado pacientes a los quirófanos de estética como si las vehementes decisiones de levantar senos, moldear cinturas y abultar glúteos impidieran ver riesgos o se estuviera temerariamente dispuesto a desafiarlos.
LA IDONEIDAD EXISTE
En los hechos, y al margen de quienes ejercen la cirugía plástica con poca rectitud poniendo en riesgos innecesarios a pacientes, la Sociedad Dominicana de Cirugía Plástica es inflexible en sus propósitos de garantizar la calidad profesional en el área. Para ser miembro de la entidad se debe ser «médico con su exequátur de ley, pertenecer al Colegio Médico Dominicano, tener una formación en cirugía general que puede ir de dos a cuatro años y tener tres años aplicados a cirugías plásticas en instituciones formadoras de Recursos Humanos·».
Para elevar una solicitud formal se debe contar con la recomendación de tres miembros activos y demostrar adhesión a la ética, ya que la entidad ha tenido casos de galenos que «han querido ingresar en base a amenazas a colegas», actitudes atribuibles a un afán pecuniario. De su lado, el doctor Ubiñas Renville, enfático en el respeto a los principios que rigen el oficio, al ser entrevistado para este texto hizo mención elogiosa de cirujanos plásticos dominicanos, comenzando por el maestro de esta disciplina doctor Ivanhoe Báez, y de los doctores Luis Espaillat Moya, Raúl Taveras y del trágicamente fenecido doctor Héctor Herrand Perdomo. Honor a quien honor merece, siendo innegable que la lista de cirujanos de mucha profesionalidad resulta más extensa.