Preocupante

Preocupante

La violencia que grupos haitianos patrocinaron este lunes en Puerto Príncipe para repudiar la visita oficial y de buena voluntad del Presidente Leonel Fernández, constituye una descortesía que obliga a revisar el estado de las relaciones entre la República Dominicana y Haití.

Los sucesos en cuestión han puesto al descubierto a grupos políticos, liderados por gente que alguna vez ha estado refugiada en este país, que están abonando sentimientos de hostilidad contra el Estado Dominicano. Al menos cinco dominicanos fueron agredidos ayer martes en Puerto Príncipe, en medio de una campaña radial llamando a cometer actos de esa catadura.

Ante estos sucesos, el Gobierno de Haití no ha dado demostración alguna de que condena estos actos ni que sea indiferente a los mismos. No ha explicado por qué no proveyó medios efectivos de seguridad durante la visita del gobernante dominicano ni ha demostrado que sus organismos de inteligencia desconocían los preparativos de hostilidad.

Creemos que el Estado dominicano debe exigir  explicaciones bien claras sobre estos acontecimientos, que sin duda son en respuesta a sucesos aislados en que haitianos radicados en la República Dominicana han sido agredidos en desquite por crímenes.

– III –

Por muchas razones, ya no solo por la inmigración ilegal, el Gobierno Dominicano está en el deber de adoptar una postura firme y decidida para definir las condiciones de la relación con el Estado haitiano.

No puede ser que continuemos siendo un paraíso sin reglas para los inmigrantes haitianos, y debemos ponerle un alto, a como de lugar, al trasiego de narcóticos y armas que llegan por Haití y vienen a parar a nuestro territorio.

Los dominicanos no podemos continuar cargando los problemas haitianos de la manera en que lo hemos estado haciendo.

Las hostilidades desencadenadas desde este lunes contra una visita de buena voluntad que pretendía resolver asuntos de interés común de la República Dominicana y Haití, son un indicador preocupante de lo que serían las relaciones entre ambos estados si ciertos grupos y sus cabezas llegan a tomar el poder como resultado de las elecciones de enero en ese país.

Los incidentes han demostrado que en Haití no hay interlocutores idóneos para hacerle frente a las cuestiones bilaterales, y el hecho de que fueran hostilizados los propósitos de buena voluntad de la visita del Presidente dominicano son un detalle preocupante del estado de las relaciones entre ambos países.

De momento, corresponde al Gobierno dominicano demandar garantías para la integridad de los dominicanos y sus intereses en Haití, pues se están desarrollando campañas radiales llamando a la agresión y las autoridades haitianas no parecen preocuparse por ello. Es hora de tomar decisiones firmes y oportunas.

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