VICTOR GULIAS
La sociedad dominicana está enferma. Un grave mal moral la corroe y hace falta un fuerte tratamiento, integral, coordinado y de amplio espectro, para evitar que perezca en nuestras propias manos. Cuando vemos un funeral prácticamente de Estado para un delincuente muerto y que se tiene la osadía y la irreverencia incalificable de cubrir el féretro con la Bandera Nacional. Cuando presenciamos a todo un pueblo aclamar a un narcotraficante preso como el salvador de la Provincia.
Cuando observamos el auge en el tráfico y consumo de drogas, no obstante la gran labor, tenaz y seria, que viene realizando la DNCD para enfrentar con escasos recursos pero alta moral, la problemática.
Cuando nos enteramos del creciente número de niñas y adolescentes embarazadas, producto de la falta de conciencia y de la división familiar.
Cuando asistimos, impotentes y desguarnecidos, al laberinto de la inseguridad en las calles y en los hogares, en negocios y centros laborales con una pasmosa oleada incontenible de asesinatos, robos, riñas, hurtos de vehículos, violaciones y demás delitos.
Cuando nos percatamos en calles y avenidas de la total pérdida de la cortesía, donde nadie cede ante el semejante, donde tan pronto cambia el semáforo a la luz verde, ya te están tocando bocina, como expresión de desesperación, prisa, descortesía y buenos modales.
Cuando el valor de la amistad, la sinceridad, la confianza y la buena fe van desapareciendo frente al engaño, la traición, la estafa, la calumnia y el odio hacia los demás.
Cuando leemos o vemos en los medios que hombres celosos matan a su pareja y se quitan la vida, en episodios de violencia doméstica que cobran crecientes vidas de humanos a nivel nacional.
Cuando tenemos que deplorar la muerte de decenas de agentes policiales y militares que caen abatidos a manos de desalmados criminales sin el más mínimo rubor.
Cuando una sociedad así produce y reproduce antivalores y se adora a Satanás, y la juventud baila a ritmo de músicas que incitan al uso de drogas y sexo descarriado, cuando el desempleo hace aumentar la prostitución, la trata de blancas, las mafias, la corrupción, la pérdida de fe y de la esperanza, estamos frente a un preocupante problema que sólo unidos y con firme voluntad, podremos enfrentar con éxito.