Preocupante sobrepoblación

Preocupante sobrepoblación

El insuficiente control al ingreso de extranjeros genera preocupantes apariciones de hacinamientos; y no solo en barrios marginados en los que se amontonan más libremente hombres, mujeres y niños mayormente de nacionalidad haitiana. La invasión de inmigrantes en condición de pobreza y que ahora llegan más que antes en forma de familias completas, penetra a áreas de urbanizaciones de clase media y alta. Vista por algunos como imprescindible por barata y por falta de dominicanos para hacer ciertos trabajos duros, la mano de obra haitiana se acomoda en áreas adyacentes a construcciones, y aun dentro, y en edificios a medio hacer.
Pequeños asentamientos de aguda pobreza en choque con estilos de vida, hábitos y cultura de vecindarios dominicanos ahora preocupados. Muchos niños y mujeres procedentes de Haití que no van a escuelas ni tienen oficios y mendigan por esquinas. Habitantes sin regulación migratoria que salen de intersticios y partes atrás en que moran en condiciones infrahumanas. Micro barrios caóticos que expresan marginación, agravando problemas pre existentes en conglomerados adyacentes y causando impacto e intranquilidad en familias dominicanas. Un conflicto social en ebullición para el que no parece estar en marcha ninguna solución. El país se sobrecarga de extranjeros que no llenan formalidades de ley para asentarse aquí. Reflejo de fragilidad fronteriza.

Preservar labor contra adicción

Los albergues para adultos y menores en tratamiento para la adicción juegan un papel clave en la lucha contra el uso de sustancias prohibidas; una actividad prioritaria para manejar la dependencia física y emocional a diversos narcóticos, tratándola como enfermedad. Que no todo sea persecución policial que a veces agrava el problema con atropellos e incentivando la corrupción.
Pero la presencia de estos locales a veces genera rechazos de vecindarios. Los suponen un riesgo para sus comunidades, a pesar de que la sociedad necesita mucho de estos establecimientos. A fin de lograr una provechosa coexistencia, autoridades especializadas en manejo de conflictos y liderazgos comunitarios y religiosos deberían acercar a las partes en cada caso, para trazar normas de mutua aceptación y respeto. Evitar motivos de quejas a los vecindarios.

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