Siguen surgiendo candidatos presidenciales, perdiéndose cuenta de cuántos hay. Algunos enarbolan programas de gobierno.Instancias de la sociedad constituyen movimientos contentivos de declaraciones programáticas. Predominan en programas y declaraciones postulados conducentes a concitar simpatías,subconscientemente inscribiéndose en convicciones tradicionales resumidas en la máxima napoleónica del político “vendedor ilusiones”. Se relegan a planos posteriores, correctivos que imprescindiblemente habrán de ser tomados, reflejados en agendas cronologizadas, para gobernar bien.
El gobierno sigue vendiendo la falsa ilusión de superación de pobreza y desempleo, y que Punta Catalina eliminaría apagones. La oposición PLDista ilusiona con planes provinciales a larguísimo plazo. Una especie de triunfalismo invade el PRMismo, frágil si se tiene en cuenta que la familia socialdemócrata ha tenido dificultad en alcanzar y retener el poder, que lo lleva a prometer que cuando sean gobierno resolverán los problemas, haciendo más de lo mismo que el PLD está haciendo.Aunque encuesta reciente de CDN refleja que Balaguer ha administrado mejor los fondos públicos que todos los demás gobiernos recientes; el PRSC no le ha sacado provecho a esta percepción por aferrarse a la nada.
Los partidos minoritarios, tradicionalmente prisioneros de mayoritarios,aumentan su cautiverio con la reciente ley de partidos que los somete a plazos y condiciones más restrictivas que pueden llevarlos incluso a la desaparición. Dicha ley, contrario a lo que muchos esperaban, partidiza la participación política hasta el punto que las inquietudes de la sociedad tendrán que seguir canalizándose, ahora desesperanzadoramente, a través de partidos; en lugar de la expectativa forjada de postular candidaturas extrapartidarias.
El resultado de lo anterior es que el estamento partidario se prepara para quedar bien en las elecciones, individual o aliadamente, mediante discursos que creen generadoras de simpatías populares; sin preocuparse por prepararse y proyectar su capacidad para gobernar, a pesar de esto constituir una linea efectiva de proselitismo.
Experiencias políticas recientes, incluyendo Trump y Bolsonaro, lo avalan. Sus agendas de campaña sobre temas heterodoxos o iconoclastas, aparentemente impopulares,les proporcionaron dividendos por estar planteados francamente aún cuando eran considerados improcedentes por el estamento político-comunicacional dominante.
Parecería que aquella admonición de Winston Churchill ofreciendo sangre, sudor y lágrimas, tiene su momento de aplicación en el aquí y ahora americano.
Es el caso dominicano sumida en desorden, falta de autoridad, irrespeto, carencia de vocación de servicio, indisciplina,malgastos de recursos, corrupción, discriminaciones fiscales, déficits, endeudamiento,dependencia, mediocridad, degradación, desinstitucionalizacion, pérdida de identidad.
La nación requiere políticos que se preparen para gobernar, no para ganar; con agendas de correctivos a tomar, populares o no; que la expliquen convincentemente y dispongan de equipos revestidos de autoridad,capacidad e idoneidad para implementarla.