¿Preparados para la contienda electoral?

¿Preparados para la contienda electoral?

Marlene Lluberes
La República Dominicana se prepara arduamente para elegir democráticamente, mediante el voto popular directo, a sus representantes en las Elecciones Congresuales y Municipales,  las cuales  serán celebradas el próximo 16 de mayo, con la esperanza de que sean electas voces genuinas y con real interés de llevar ante los poderes del Estado las necesidades y el clamor del pueblo.

Entretanto, se produce una marcada lucha de poder, donde hombres y mujeres se  enfrentan en un implacable debate, caracterizado por la búsqueda de la materialización de pactos y alianzas, sin tomar en cuenta ideales, convicciones o planes.  El  bien común ha sido dejado a un lado y la preeminencia de los intereses personales ha primado.

Al  estudiar La Palabra de Dios podemos darnos cuenta de que existen  parámetros establecidos que instruyen, no sólo a quienes serán electos por el pueblo, sino a todos los que tienen o tendrán a su cargo responsabilidades gubernamentales, sobre el carácter que en ellos debe existir, llegando a ser así  personas aptas para desempeñar de forma correcta y coherente la  gestión y alta responsabilidad que ha sido puesta en sus manos.

Entre estas pautas encontramos que todas las personas investidas de autoridad deben ser prudentes, sabias  y entendidas, aborrecedoras de la avaricia y del egoísmo, sin que exista en ellas un afán desordenado de adquirir riquezas para atesorarlas. Bondadosas, compasivas y tolerantes con quien les ofenda, humildes y mansas, conociendo siempre las limitaciones y debilidades de los demás, obrando con sosiego conforme a ello.

Es necesario además, que practiquen la justicia, cumpliendo y  respetando las normas establecidas,  otorgando derechos a quien corresponda,  dando a cada uno según sus merecimientos, compensando así las carencias de la ley, estando siempre dispuestos a admitir amonestación cuando sean pasibles a ella. Los Ministros Públicos en todo momento deben recordar que son, como su nombre de “Ministros” así lo indica, siervos del pueblo y, como tales, deben siempre servirle con alegría.

Como representantes del pueblo, deben expresar las reales necesidades del mismo ya que fueron designados para ser  sus defensores  y de esta forma deben accionar, usando de forma correcta y administrando bien los recursos que están a su disposición tomando en cuenta que no  vale la pena formular simples promesas, sino que también deben esforzarse en cumplirlas, ocupándose verdaderamente en la nación y no únicamente defendiendo sus intereses personales.

De igual forma, están llamados a soportar las flaquezas de   los débiles y no agradarse a ellos mismos, así como Cristo no se agradó a sí mismo, no mirando cada uno lo suyo propio sino lo de los otros, sin ser indiferentes frente al mal, a lo que es incorrecto.

No importa el área en que trabajen, deben ser impulsados a  pensar y a obrar en beneficio del pueblo, no buscando justificación para hacer lo malo, con mentiras intentar mantener apariencia de piedad pero negando la eficacia de ella, sino manejándose con real pureza y transparencia de corazón, sin permitir que, en provecho propio o de terceros, les sea otorgada alguna dádiva o beneficio, ni osaren aceptar algún ofrecimiento para realizar una acción u omisión constitutivas de delito en  el ejercicio de su cargo.

Las autoridades son colocadas con la finalidad de establecer orden, por lo tanto, el pueblo debe respetarlas, al igual que a la ley, que es la declaración de la voluntad soberana, dictada por el Congreso de La República, por medio de la cual se ordena, permite o prohíbe una cosa, la cual siempre se supone que es para el bien de los gobernados.

Si nuestras autoridades, presentes o futuras, le permiten a Dios operar en sus corazones, El los capacitará para desarrollar cada labor en la forma en que El sueña que sea.  Únicamente entonces  la paz en nuestra nación reinará y el orden, al ser correctamente establecido, proporcionará estabilidad y seguridad, no habrá engaños ni falsedades, el pueblo estará alegre y la bendición del Creador será derramada sobre la nación.

“¿Habrá un justo que gobierne entre los hombres, que gobierne en el temor de Dios? Será como la luz de la mañana, como el resplandor del sol en una mañana sin nubes, como la lluvia que hace brotar la hierba de la tierra.” (2S 23:3-4)

m_lluberes@hotmail.com

Publicaciones Relacionadas

Más leídas