CIUDAD DEL VATICANO (AFP).- Ahora que Juan Pablo II está enterrado, comienza una semana de intensas discusiones para definir el perfil de un digno sucesor del Papa más mediático y carismático de la historia antes del inicio del Cónclave previsto el lunes 18 de abril.

Tras una jornada de pausa dedicada a las más multitudinarias e imponentes exequias papales de la historia, y siguiendo el dicho romano de que «Muerto un papa, nace otro», los cardenales regresaron este sábado al trabajo.

«Estamos preparando el Cónclave. No hacemos comentarios», declaró a la salida de la sexta reunión en congregación general en el Palacio Apostólico el cardenal sudafricano Wilfrid Fox Napier, uno de los que participará en la elección del 264º sucesor de San Pedro.

Los 130 cardenales presentes decidieron por unanimidad no hablar más con la prensa, anunció el portavoz del Vaticano, Joaquín Navarro Valls, precisando que esto no debía interpretarse como una «descortesía» de los purpurados, sino como un «gesto de gran responsabilidad» en el inicio de «un período más intenso de silencio y de oración».

Durante este período de incertidumbre y lucha conocido como pre-cónclave, las «congregaciones generales» preparan el terreno para facilitar la tarea de los 115 de los 117 cardenales menores de 80 años que componen el electorado, debido a las ausencias del filipino Jaime Sin y del mexicano Adolfo Suárez Rivera por motivos de salud.

El objetivo prioritario de todas estas reuniones, y de las más reducidas congregaciones particulares, es reducir al máximo el peligro de bloqueo durante el Cónclave, y evitar así su duración excesiva. Y al parecer funciona, porque en lo que va de siglo los Cónclaves nunca han durado más de cuatro días.

«A través de nuestras votaciones, nuestros contactos y nuestras discusiones, tendremos que llegar a un consenso» sobre el perfil del nuevo pontífice, explicó el cardenal Karl Lehmann, presidente de la conferencia espiscopal alemana, en una entrevista publicada este sábado en la prensa alemana.

Pese a las incesantes especulaciones sobre los posibles «papabili», la opinión generalizada es que será difícil encontrar un sucesor a la altura de Juan Pablo II, fallecido el 2 de abril tras casi 27 años de pontificado y a quien millones de católicos en todo el mundo veneran ya como un santo.

En la próxima semana, los cardenales debatirán sobre la herencia de su pontificado y examinarán el actual estado de la Iglesia Católica en sus reuniones, consideradas más como una confrontación de programas que de nombres.

En la prensa internacional y entre los vaticanistas, cobra fuerza la hipótesis de que el nuevo jefe de la Iglesia podría provenir del tercer mundo, y particularmente de América Latina, la región con más católicos del mundo, donde varios cardenales son considerados papables, como el brasileño Claudio Hummes, el hondureño Oscar Rodríguez Maradiaga o el argentino Jorge Bergoglio.

Mientras continúan las intrigas, otras teorías apuntan al regreso del cargo a manos de un italiano, como Dionigio Tettamanzi, arzobispo de Milán (la mayor archidiócesis del mundo), sin olvidar al poderoso decano de los cardenales, el alemán Joseph Ratzinger, cuyo nombre adquirió una mayor resonancia tras la misa de funeral de Juan Pablo II.

«El Señor nos dará, seguramente, el hombre que en este momento necesitamos», declaró el cardenal colombiano Darío Castrillón, y «sea quien fuere el escogido, tendrá el regalo del Espíritu Santo para iluminarnos y guiarnos».