Preparan funerales papa Juan Pablo II

Preparan funerales papa Juan Pablo II

ROMA.- El funeral solemne por Juan Pablo II, fallecido anoche, se celebrará el miércoles 6 de abril en la Basílica de San Pedro, informó ayer la Santa Sede. La norma establecida en 1996 por el propio Juan Pablo II establece que los funerales papales deben celebrarse entre cuatro y seis días después del fallecimiento.

En los dos días precedentes al del funeral el cadáver será expuesto en la Basílica Vaticana, para que sea venerado por los fieles.

Es previsible que decenas de miles de personas desfilen por el templo para rendir homenaje a quien ha dirigido la Iglesia católica durante veintiséis años y medio.

Asimismo, al funeral está previsto que asistan personalidades de todo el mundo, que convertirán Roma en la capital del mundo.

Las honras se extenderán durante nueve días consecutivos (los «novendiali»), a partir de mañana domingo, y en todos ellos tendrán lugar ceremonias religiosas para honrar al difunto Pontífice.

REUNIÓN DE CARDENALES

Con la muerte del Papa ha comenzado un recorrido ceremonial que, en un plazo de entre quince y veinte días, desembocará en el cónclave, la reunión de cardenales de la que saldrá el sucesor de Juan Pablo II.

Los purpurados han comenzado a llegar a la capital italiana procedentes de los cinco continentes, en vista de que el lunes está convocada la primera congregación general de cardenales para preparar la decisiva reunión.

El chileno Jorge Medina, el colombiano Alfonso López Trujillo o el alemán Walter Kasper son algunos de los que, precipitadamente, han interrumpido sus actividades en el exterior para retornar a la Santa Sede.

Los cardenales electores son 117, más uno «in pectore», todos ellos menores de 80 años, que forman el que ha sido definido como «el club más selecto del mundo», que para el nombramiento del próximo ocupante del Sillón de Pedro será el más numeroso de la Historia.

Un total de 27 proceden de la Curia vaticana, mientras que 41 son europeos, otros 26 americanos, doce africanos, nueve asiáticos y dos de Oceanía.

El velado tabú que existía en torno a las hipótesis sobre quién será el nuevo Papa se ha eclipsado con el fallecimiento de Karol Wojytla, que ha obligado a plantear abiertamente la cuestión.

Entre los nombres que suenan como sucesores en el Sillón de Pedro figuran algunos latinoamericanos, como el brasileño Claudio Hummes, el mexicano Norberto Rivera Carrera o el hondureño Oscar Rodríguez Madariaga; asimismo se apunta a los italianos Angelo Scola o Dionigi Tettamanzi.

También se señalan al indio Ivan Dias; al francés Philippe Barbarin, y algunos de los más estrechos colaboradores del Papa, como el alemán Joseph Ratzinger.

El que decida será el selecto grupo de purpurados, entre los que estará, previsiblemente, el desconocido cardenal «in pectore», nombrado por el Papa en 2003.

Esta singular categoría cardenalicia, creada siglos atrás para velar por la seguridad de personalidades religiosas, ha perdurado hasta nuestros días y aparece recogida en el Código de Derecho Canónico, que establece que mientras su nombre permanezca oculto «no tiene ninguno de los derechos o deberes de los cardenales».

Sólo los adquiere cuando se dé a conocer, algo que podría suceder en los próximos días con la publicación de algún documento firmado por Juan Pablo II que certifique su identidad.

Hasta ahora, las conjeturas sobre quién puede ser el cardenal 118 han apuntado hacia algunos de sus colaboradores más cercanos, como el que era su secretario personal, el arzobispo polaco Stanislaw Dziwisz, o el argentino Leonardo Sandri, «número tres» del recién concluido pontificado.

Tampoco se descarta que sea un religioso procedente de un país en el que los católicos atraviesen dificultades, como China o Rusia, con cuyo nombramiento el Papa Wojtyla habría querido mostrar una señal de respaldo sin perjudicar la imagen del purpurado.

El cónclave tomará su decisión a través del voto escrito y secreto, tal y como aprobó el propio Juan Pablo II en la Constitución Apostólica de 1996, y se deberá obtener un consenso de al menos dos tercios de los sufragios.

En caso de que no alcance esta mayoría, la votación deberá repetirse al día siguiente; si en la tercera jornada no se ha llegado aún a un consenso, está previsto un día de «plegaria, de coloquio entre los votantes y de exhortación espiritual».

Tras la jornada de paréntesis se vuelve a las votaciones diarias; si en una semana no se ha alcanzado un acuerdo, se hace otro receso de un día, seguido de otra semana de votaciones.

En caso de que en este punto los cardenales sigan divididos, se puede modificar el proceso para que en lugar de dos tercios de los votos, el nuevo ocupante del Sillón de Pedro pueda ser elegido por una proporción diferente de los votos.

El ceremonial, que se celebra en la Capilla Sixtina del Vaticano, se puede alargar de forma indefinida.

Durante los días de cónclave, los cardenales se albergarán en la residencia Santa Marta del Vaticano, que cuenta con 120 habitaciones y una veintena de salones en los que podrán cambiar impresiones, eso sí, sin el más mínimo contacto con el exterior.

Está prohibido mantener comunicación telefónica, epistolar o por cualquier otro medio con personas ajenas al cónclave mientras éste tenga lugar.

Una vez elegido, el Cardenal Protodiano, el chileno Medina Estévez, será el encargado de anunciar a los fieles en la Plaza de San Pedro la noticia: «Habemus Papam» («Tenemos Papa»).

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