Presencia del Fondo Monetario Internacional

Presencia del Fondo Monetario Internacional

Como otros gobiernos el recién estrenado favorece y proclama a voz en cuello su deseo vehemente de llegar a un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional.  Ese ruego de auxilio, tan reclamado por tantos en nuestra historia reciente, es evidencia decepcionante de la falta de voluntad para gobernar con dominio  y resolución frente a los problemas nacionales, con dignidad, con respeto a la soberanía, con honestidad. Vale decir, ese ruego es, asimismo, confesa vocación de colonizado y manifiesta mañería para hacer creer al pueblo dominicano que el agravamiento de su situación se debe a las exigencias del Fondo.

La actuación del Fondo Monetario Internacional en la República Dominicana en estos últimos años podría dar a pensar que sus funcionarios han estado haciéndose los tontos frente al incumplimiento de todos los compromisos contraídos por el gobierno dominicano con esa institución.

La suspicacia de ese pensar no es especulación temeraria, puesto que tras haber pasado unos días en Santo Domingo los señores del Fondo han empleado la palabra más insustancial y huera para definir la situación económica dominicana como “sofisticada”, condición, agregan, que obliga a un proceso de evaluación largo y complicado. Hoy día,  en la actual circunstancia,  no es de dudar que el Fondo esté consciente de que está tratando con el mismo partido político de ayer y con funcionarios que, en su mayoría, son los mismos del gobierno de Leonel Fernández.

Cuando los señores del Fondo declaran ¿cándidamente? “ya conocemos la República Dominicana y estamos en proceso de elaborar los diagnósticos y de recibir información” de seguro que no ignoran que el señor Leonel Fernández derrochó más de 50 mil millones de pesos del Estado para comprar las elecciones pasadas y asegurarse y asegurar la impunidad de no pocos de los funcionarios que tendrán a su cargo suministrarles “información”.

Ahora bien, si los señores del Fondo llegan a conocer información veraz, auténtica, no podrán evitar la tentación de conjeturar en la intimidad de sus conciencias  que si buena parte de los funcionarios del gobierno de Leonel Fernández, incluyendo a algunos de los que son y serán sus interlocutores, vacían sus bolsillos de los “haberes mal habidos”, se podría recuperar buena parte de los caudales necesarios para enderezar la maltratada economía dominicana. Y es, señores del Fondo, que el asuntito no está como para dar la sensación de hacerse el loco.

Los análisis del Foro Económico Mundial, del Banco Mundial, de Transparencia Internacional y de la revista The Economist de este año, han vuelto a calificar los gobiernos del señor Leonel Fernández como campeones mundiales en el desvío de fondos, en el despilfarro y en el robo de los dineros del erario. No pocos dominicanos comentan que la aparente indiferencia del Fondo, esa impresión de hacerse el desentendido frente a una realidad que merece una seria atención, se debe a que para esa institución tanto más crecen las deudas y los desajustes, tanto más crece su dominio sobre este país. Es decir, el Fondo, en cualquier  circunstancia, hace lo que le conviene al Fondo.

Bien quisieran los dominicanos que el Fondo no fuera la institución que le mereció al economista Joseph E. Stiglitz, premio Nobel de Economía, en su libro “El Malestar en la Globalización” el juicio siguiente: “Al Fondo no le interesa especialmente escuchar las ideas de sus “países clientes” sobre asuntos tales como estrategias de desarrollo o autoridad fiscal. Con demasiada frecuencia el enfoque del Fondo hacia los países en desarrollo es similar al de un mandatario colonial”. Y refiriéndose a cualquier país, señala: “a veces el programa del FMI deja al país tan pobre como antes pero más endeudado y con una élite dirigente más opulenta”.

No es aconsejable creer que el Fondo sea una casa de beneficencia. No caben dudas de que es una institución con una específica visión acerca del papel que para el capitalismo, sobre todo para el norteamericano, debe jugar el mercado mundial.  Y esto así,  porque resulta que el Tesoro norteamericano es el accionista mayoritario del Fondo y, por ende, las conclusiones de ese organismo deben ser preponderantes en la determinación de las políticas del Fondo.

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