Con su discurso el pasado 27 de febrero el presidente Danilo Medina no solo cumplió con lo establecido en la Constitución de la República, la presentación de memorias del año anterior, sino que realizó una proyección de las metas para el resto del periodo, y además se pronunció de manera contundente en relación al tema que ha dominado la agenda de las últimas semanas, el escándalo por los sobornos de la constructora brasileña Odebretch, y la percepción de una parte del país que teme haya impunidad.

El presidente Medina entró en materia cuando abordó una de las joyas de la corona peledeísta, el mantenimiento de un clima de crecimiento con estabilidad, y al respecto el mandatario resaltó el hecho de que con el 6.6% de crecimiento del PIB fuimos el año pasado la economía de mayor crecimiento en la región, bajísima inflación, de apenas 1.7%, estabilidad del tipo de cambio con una depreciación de 2.5%, déficit en cuenta corriente más bajo en la última década. Y ese crecimiento tiene como contrapartida la creación de empleos, 148,532 en el último año y 480,930 en los cuatro precedentes, mientras un millón 72,400 dominicanos han salido de la pobreza desde 2012 y 480,692 han superado la pobreza extrema.

El Presidente abordó las áreas prioritarias de su gestión y fue extenso en enumerar las realizaciones de su “revolución educativa”, así como también en el área de la salud, y al respecto puntualizó los sucesivos aumentos a los docentes dirigidos a mejorar la calidad y preparación, mientras del mismo modo se realizaron aumentos al personal médico y paramédico con la finalidad de estimular la eficiencia, el cumplimiento, y como recalcó el Presidente el buen trato y servicio a los pacientes.

Dignos de mención por el Presidente fueron las estancias infantiles, una revolución para los niños más pobres, la identidad legal desde el nacimiento, la afiliación a Senasa de 200 mil niños y el vasto plan de remodelación de hospitales y construcción de los centros de atención primaria y los centros de diagnóstico.

El tema de la seguridad ciudadana, con el importante aumento salarial de la policía y las Fuerzas Armadas, aparte de los otros programas desplegados, la inversión para recuperar nuestras áreas protegidas y el medio ambiente, el vasto programa de construcción y reconstrucción de carreteras, los proyectos de viviendas, la extensión de los servicios del 911, la aplicación de la nueva Ley de Transporte y Movilidad; en fin prácticamente el abordaje de lo que se ha hecho y lo que se va a hacer en el resto del cuatrienio. Solo una oposición sin discurso y realizaciones osa calificar el discurso de vacío y fantasioso.

El presidente Medina aprovechó el tratamiento de los avances en el sistema eléctrico para referirse a las plantas de Punta Catalina y aquí el mandatario se elevó por encima de las críticas interesadas a un proyecto que garantizará la oferta en los próximos años a precios bajos, y tuvo la valentía de denunciar los intereses que se han opuesto a esta inversión y hoy atizan con una vocinglería pretenciosa de paralizar esta obra, que solo beneficiaría a los generadores que van a ser desplazados cuando entren en funcionamiento.
Como el país lo esperaba, el Presidente trató el tema de Odebretch, desde la perspectiva de la independencia de los poderes ofreció su respaldo irrestricto al procurador general y la reiteración de su compromiso con la transparencia (plasmado en una serie de acciones que ameritan un tratamiento aparte) el cese de la corrupción y la impunidad.

He ahí donde está el componente histórico del discurso del Presidente, su compromiso de que se hará justicia con este y otros casos. Yo confió en la palabra del Presidente que no va a echar por el suelo uno de sus principales activos políticos, la credibilidad, por apañar y encubrir exfuncionarios y funcionarios que violaron la confianza del país y de sus superiores. Se encaminarán procesos judiciales contra los involucrados y el que lo dude nada más debe esperar las próximas semanas.