Hoy 
POR JORGE RAMOS
El Coro Nacional y la Orquesta Sinfónica Juan Pablo Duarte ofrecieron el sábado el Primer Gran Concierto Homenaje a las Madres en la Sala Manuel Rueda de las Escuelas de Bellas Artes, ubicada en la plaza del Conservatorio Nacional de Música.
Desde las 8:40 de la noche el público, que casi llenó el aforo con capacidad para aproximadamente mil personas, disfrutó del programa que inició con la pieza Himno a las Madres, de Trina de Moya, con arreglos de José Manuel Joa Castillo.
En la primera parte del concierto dedicado al ser que nos trajo al mundo, el grupo coral, los músicos y solistas fueron dirigidos por José Enrique Espín, actual titular del Coro Nacional, mientras Dante Cucurullo llevó la batuta de la segunda parte.
El emotivo programa de la noche también incluyó composiciones de Aura Marina del Rosario (Patria adorada), vocalizada por Gladys Pérez; de Johann Sebastián Bach, Invención No.14 a dos voces, para piano, una adaptación coral realizada por José Enrique Espín, y El gloria, de Vivaldi.
La primera parte de la velada auspiciada por el Banco Popular y la Secretaría de Estado de Cultura, concluyó con cinco movimientos de El Mesías, de George Frederick Handel: La gloria de Dios, Good tiding to zión, Glory to god, Since by man y Aleluya.
Tras un breve intermedio, el Primer Gran Concierto Homenaje a las Madres continuó bajo la dirección del músico y compositor Dante Cucurullo, con cuatro movimientos de la ópera Carmen, de George Bizet: Toreadores, Habanera (cantado por la mezzosoprano Ondina Matos), Canción del toreador (vocalizado por el barítono Eduardo Mejía), y Seguidilla (a cargo de la mezzosoprano Vivian Lovelace).
A seguidas, y después de los cálidos aplausos del público, apareció el último solista de la noche, el tenor Modesto Acosta, quien cantó Una furtiva lágrima, de la obra Élixir de amor (Gaetano Donizetti).
La música y el canto coral vieron su fin cuando la Orquesta Sinfónica Juan Pablo Duarte puso en alto su calidad musical al ejecutar Va pensiero, de la ópera Nabucco (Giuseppe Verdi), con todas las voces del Coro Nacional activadas, cual esclavos hebreos en la obra.
Finalmente, de Carmina Burana (Carl Orff), una colección de cantos goliardos de los siglos XII y XIII, interpretaron O fortuna, momento en que la sala se llenó de ovaciones para despedir con fuertes aplausos a nuestras instituciones musicales y corales.
