La movilización social se ha hecho sentir con mucha fuerza en nuestro país, a partir del año 2009, cuando el colectivo de lucha ciudadana rechazó la instalación de una fábrica de cemento en las inmediaciones del Parque Nacional de los Haitises; en el 2011 se logra incrementar el 4% del PIB al financiamiento público de la educación pre-universitaria; las cadenas humanas, como método novedoso de reclamo popular, irrumpieron en las calles por los casos Diaz Rua, del Senador Feliz Bautista y de OISOE, contundentes expedientes de corrupción, éstos últimos, diluidos, disipados y engavetados de manera execrable por el secuestrado sistema de justicia de nuestro país; en el año 2014, el pueblo siguió protestando, en esa oportunidad, por la protección del medio ambiente y logrando paralizar la explotación de Loma Miranda, que intentaba FalconBridge Dominicana (FALCONDO).
Desde hace unos 7 meses se articula y cohesiona en el escenario político nacional el movimiento Marcha Verde, surgido como una reacción del pueblo en contra de la impunidad y la corrupción, acumuladas por décadas, pero que hace metástasis con el mega escándalo de corrupción más voluminoso de los últimos tiempos y que ha arropado e invadido a unos once países de América Latina y uno de África, incluyendo a República Dominicana, nos referimos a Odebrecht y Punta Catalina.
Del 22 de enero al 16 de julio de este año 2017, el movimiento Marcha Verde ha recibido un apoyo masivo y multitudinario, nunca antes visto en este tipo de movilización social con características, estilos, criterios, tácticas, estrategias y métodos muy singulares, novedosos y creativos, que ha abrazado y asumido todo un pueblo.
El entusiasmo la alegría, el empoderamiento y el compromiso cívico y ciudadano se han conjugado en este proceso dinámico de lucha. En estas marchas, bajo fuertes temperaturas o lluvias torrenciales las multitudes caminan, cantan, dialogan, bailan y concomitantemente muestran indignación, repugnancia y vergüenza por el auge descarado de la impunidad y la corrupción de funcionarios y ex funcionarios vestidos de políticos. En las calles se confunden: niños, minusválidos, mujeres, jóvenes, ancianos, obreros, amas de casas, campesinos, estudiantes, empresarios, sacerdotes, pastores, monjas, intelectuales, políticos, gremialistas, periodistas, juntas de vecinos, organizaciones no gubernamentales, académicos, profesionales, Etc.
El arraigo, la sintonía y la aceptación libre, voluntaria e incondicional que ha logrado el colectivo Marcha Verde con el pueblo llano, sencillo, de a píe y sobre todo de clase media ha sido por su apertura, inclusión, flexibilidad y alternancia en la articulación de sus promotores y coordinadores; y más aún, porque en cada marcha se lee y publica un manifiesto que se ha convertido en la voz, voluntad y reclamo tenaz y beligerante de ese pueblo menesteroso de justica, institucionalidad, transparencia, cumplimiento de la ley y la constitución. Ese pueblo pide, en un ambiente colorido, folclórico, con pancartas, baile y todo tipo de símbolos, que se castigue a los corruptos y dilapidadores del erario, de una vez y para siempre y sin exclusión ni privilegios.
Ni el todopoderoso, opulento y voraz gobierno del PLD, ni empresarios convertidos en cómplices y marionetas del poder político, ni las bocinas del poder mediático han podido disminuir, mucho menos frenar el empuje y crecimiento masivo del pueblo en las calles, proclamando y procurando “Fin a la Impunidad y la Corrupción”.
Ya el PLD, su Comité Político, Comité Central y su gobierno deben estar conscientes que Marcha Verde no se detendrá hasta no ver un Estado administrándose con eficiencia, transparencia, equidad, solidaridad, honestidad, bien común, y en donde prevalezca el respeto a la constitución, las leyes y el Estado Social, Democrático y de Derecho.
El adefesio, la argucia, la temeridad y amenaza que hace el gobierno a través de Lidio Cadet, Director General, de la inoperante e ineficaz “Comisión de Ética e Integridad Gubernamental”, de que “hay un sector que quiere interrumpir el orden constitucional”, no es más que el pánico, el terror, el miedo y el horror que se ha apoderado de una gran parte de los funcionarios que disfrutan de las mieles del poder, sin medida, por medio de las herramientas que permite la impunidad y la corrupción.
La inteligencia, la racionalidad y la prudencia en las tomas de decisiones de los promotores y coordinadores del movimiento Marcha Verde deberá aquilatarse, cohesionarse y reinventar los métodos, criterios y enfoques en cada una de sus actividades, hasta lograr establecerse en el tiempo y en el espacio de la vida política, social y económica del país, a sabiendas de que vivimos en un Estado anómico, sin autoridad moral ni ética y carcomido en sus cimientes de impunidad y corrupción.
El futuro de Marcha Verde no es verdad que es incierto. El futuro de Marcha Verde está asegurado por el apoyo decidido, contundente y convincente que le ha dado el pueblo dominicano. Es que Marcha Verde es el pueblo, y el pueblo es Marcha Verde. Su arraigo desde la esencia misma de la gente no permitirá que sea perecedero ni pasajero. Confío en que los temas coyunturales no se traguen a Marcha Verde, pues estaremos a años luces de proveernos de un Estado Social, Democrático y de Derecho sin la presencia de Marcha Verde en los escenarios político, social y económico del país.
El poder de Marcha Verde forzará irremisiblemente al poder político y económico a entrar en un proceso de concertación y consensos en los temas que demanda nuestro pueblo, como: separación de los poderes del Estado, como manda la Constitución y las leyes; independencia del Poder Judicial y del Ministerio Público y garantizar el acceso a la seguridad social de manera universal e implementar políticas públicas a favor de la seguridad ciudadana y para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos y ciudadanas.
El presente de Marcha Verde es promisorio, su futuro lo será también.