Presente y futuro de un abstencionista

Presente y futuro de un abstencionista

En el año 2000 voté por última vez en unas elecciones presidenciales. Favorecí a un candidato con características atípicas desde el punto de vista político, pues su temperamento, cercano a la estulticia, le hizo proclamar que era “un hombre de palabra” en la jungla política de esa época. Su gestión de gobierno fue francamente desastrosa y demostró que es uno más del montón folclórico político nacional, y sus colaboradores lo ayudaron a parecer más cómico que gerente y más loco que presidente, por lo cual  su salida del poder resultó saludable para nuestro país. Refiero a los lectores al artículo que publiqué en el HOY del 16 de enero del 2004 titulado “El merengue de Hipólito”.

Ese desacierto como votante, junto a la desconfianza en los farsantes políticos criollos, me convirtió en abstencionista no militante.

He vivido el martirio destructor de un monstruo de siete cabezas que igualmente ha puesto a sufrir nuestra nación durante aproximadamente 45 años. Es un esperpento diabólico llamado “apagones”.

Danilo Medina, virtual candidato presidencial por el Partido de la Liberación Dominicana e Hipólito Mejía, candidato del Partido Revolucionario Dominicano, son los posibles ganadores de las próximas elecciones. Esos partidos han tenido el poder completo para gobernar y no han resuelto ni siquiera parcialmente nuestra condición aldeana, donde las velas, velones y lámparas de gas han sido sustituidos por linternas recargables, inversores y plantas eléctricas.

El gobernante que resuelva el problema de los apagones me hará volver a un centro de votación para otorgarle mi voto a él y al partido que lo respalde. Ojalá que no pasen más de cuatro años para abandonar mi  abstencionismo.     

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