La marcha verde hay que preservarla. Tal como surgió, debe mantenerse como movimiento cívico espontáneo popular y no partidista, creado no para “desestabilizar o tumbar gobierno”, si para denunciar y combatir los males sociales y económicos causados al país y a la sociedad por la corrupción y la impunidad. Para que sean sometidos a las justicia y paguen su culpa los autores responsables que con su acción, complicidad o silencio culpable, teniendo el deber y la obligación de ponerle freno a tales desafueros, lo alentaron sacando pingües beneficios y hoy, teniendo el poder en sus manos, nada hacen para saciar esa justa sed de justicia. No toman las medidas correctivas necesarias, doran la píldora y se sumergen en el mutismo confiados en que el tiempo pasa y todo lo olvida cayendo en el vacío el estribillo demagógico “caiga quien caiga” sin implantar las posibles consecuencias de ese accionar.
El gobierno que se sabe indefenso, sin argumento alguno válido para detener o restarle legitimidad a la marcha, por medio de sus bocinas oficializadas y de funcionarios obnubilados y desfasados, han tratado de desacreditarla, unos de manera burda otros de forma sofisticada, todos apelando a la falacia de que la marcha es política y lo que persigue es “desestabilizar” y “tumbar el gobierno”cosa absurda que escuché de labios de un religioso conocido por su fogosidad, al igual que al observar en la pantalla del canal 9, entre los tantos entrevistados el protagonismo de connotados dirigentes de partidos políticos de la oposición activos militantes de la marcha verde dando su opinión y haciendo sus pronunciamientos frente a las cámaras, a lo cual perfectamente podrán responder que ellos también son parte del pueblo y que por su condición están en el lugar que deben estar, en qué otra parte podrían siendo iluso pensar que los periodistas no los aborden o que ellos desperdicien la oportunidad de manifestarse en apoyo a la marcha siendo esa la actitud que deben asumir.
Y es ahí donde ronda el peligro, desde mi óptica. No permitir que ese protagonismo supla la esencia de la marcha y de armas al enemigo, ducho en el manejo mediático, informativo que sabe cómo y cuándo hacerlo disponiendo de cuantiosos recursos del Estado controlado desde y por el Gobierno y sus voceros empeñados en abortar, contaminar y desvirtuar el espíritu, la pureza y finalidad de la marcha verde: “verde que te quiero verde”, de verde protesta, pacífica, ordenada y legítima, no contaminada en el sentir profundo de todo un pueblo simplemente hastiado de tantos abusos, desatención y desafueros.
La marcha verde debe continuar y seguir creciendo, sin dejarse provocar ni dar motivos. Toda persona con uso de razón, todo ciudadano y ciudadana consciente tiene el derecho y la obligación de luchar por su bienestar y felicidad. Más aun cuando los intereses políticos centrados en gobernantes, en un partido o un sistema de gobierno le es adverso a sus legítimos intereses. Del gobierno depende su entendimiento o radicalización si la intolerancia o la represión viene a ser la respuesta.