Si el presidente Fernández percibe afectada su imagen, frente al gran apoyo del pasado, como lo certifican sus recientes triunfos electorales, es por la estrategia establecida por sus funcionarios de inundar los medios de comunicación con las mentiras más insólitas para justificar el supuesto buen trabajo que llevan a cabo.

Los funcionarios hablan mentiras al abultar sus supuestos logros, como fruto de la independencia de desempeño en sus funciones, gracias a un estilo gerencial de gobierno que les permite hacer y deshacer en sus ministerios, o en sus jefaturas, creando una estructura sustentada en débiles zapatas que se derrumban a la menor confrontación con la realidad como aquellos Pinochos de Hamlet Hermann.

Hay una expansiva cadena de mentiras que se alarga cada día, que van desde los expedientes judiciales con supuestos logros para enfrentar el narcotráfico hasta la inauguración de obras a las que todavía le faltan meses para entrar en servicio.

Ya es una tradición, que a cuenta de los expertos mediáticos que se gasta este gobierno, abusar de la credibilidad del pueblo considerado ignorante y se pregonan sus verdades para seguir gobernando con arrogancia ofensiva, para afianzarse en el poder como partido único y terco.

En las mentiras de los funcionarios, que tienen que ver con la construcción de diversas obras, se destacan las relativas a la anhelada conclusión de los trabajos de la carretera de San Cristóbal-Baní, su terminación se anuncia inminente, pero la realidad es que todavía le faltan unos dos meses de trabajo intenso.

Por igual, con el reinicio de la remodelación de la Biblioteca Nacional es arriesgado informar que sus trabajos están avanzados, ya que desde hacía meses estaban paralizados, convirtiéndose en una fea decoración para las celebraciones de las últimas dos ferias del libro.

Donde las mentiras oficiales inundan cada día los medios de comunicación son las que se evacuan desde los cuerpos represivos del orden y combate a las drogas.

Con un exceso de imaginación, que solo ellos se lo creen y pretenden hacerle creer al país, nos venden lo exitoso de sus esfuerzos anti delincuencia, sin poder tapar la realidad de los hechos violentos, donde los relacionados al ajuste de cuentas permanecen en más de un 90% sin solución aparente por complicidades de todo tipo y como advirtiera muy alarmado un prestigioso político de Santiago acerca de ese hecho, que no se le escapa a nadie y nos conduce a estar más temerosos y pesimistas de nuestro futuro.

Tantos funcionarios mentirosos dañan los buenos deseos presidenciales, que ha establecido un estilo de gobierno otorgándole autonomía a sus subalternos, creyendo que vivimos en Europa o Estados Unidos.

Localmente sus funcionarios han hecho un feudo de sus ministerios, disputándose con sus mentiras en los informes para impresionar al Presidente acerca de sus logros.

La mentira es una institución a nivel oficial y nadie ya le cree al gobierno cuando anuncia determinados logros.

Tal es el caso con relación a la concesión para reconstrucción de las carreteras con el plan bautizado como VIADOM, que se decidió recurrir al contrato puro y simple con una elevada inversión gubernamental y no a lo que originalmente se planificó de las concesiones privadas ya que ningún incauto cayó en esas redes concesionarias.