Presidente Bush está contra la pared

Presidente Bush está contra la pared

CRAWFORD, EEUU,  (AFP) – El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, se enfrenta a un panorama de descontento, con un ex cercano estratega convertido en crítico, su principal portavoz con cáncer y altos asesores en la mira de legisladores demócratas.

La guerra en Irak todavía mina su apoyo popular y el malestar en torno al conflicto ya empieza a alcanzar a sus aliados republicanos, en momentos en que los demócratas pujan por el establecimiento de un calendario de retirada.

Su secretario de Justicia, Alberto Gonzales, y su principal estratega político, Karl Rove, están inmersos en una controversia sobre el despido en masa de fiscales federales, que sus críticos aseguran fue únicamente por motivos políticos.

Y con las elecciones 2008 cada vez más cerca, varios analistas coinciden en que estos problemas no son sólo la llamada depresión de segundo periodo que ha aquejado a muchos presidentes estadounidenses en el pasado.

La Casa Blanca, donde la lealtad a Bush es la virtud más valorada, se vio sacudida cuando Matthew Dowd, fiel estratega que ayudó en las victorias electorales de 2000 y 2004, se transformó en el primer integrante del círculo íntimo en apartarse del presidente y expresar sus diferencias sobre Irak.

Dowd, que tiene un hijo en el ejército, dijo a medios de prensa que se había desencantado de Bush y que ya era tiempo de escuchar el clamor popular por una retirada de Irak.

“Debemos admitir que es un lío allá, que necesitamos regresar a nuestros soldados y que la pérdida de sangre no va a lograr nada”, dijo a la Radio Pública. En respuesta, Bush dijo que su ex asesor era presa de la “angustia” y que estaba comprensiblemente “emocional” sobre la guerra debido a su hijo, pero que como presidente debía “tener una mirada sobria” sobre cómo ganar.

Poco después, la Casa Blanca anunció que la principal asesora de Bush para Irak y Afganistán, Meghan O’Sullivan, iba a dejar el puesto en los próximos meses.

O’Sullivan, de 37 años, afirma en su carta de renuncia que confía en que el nuevo incremento de tropas traerá seguridad a Bagdad y la provincia Al Anbar, pero otros asesores coinciden en que el ambiente en la Casa Blanca es muy tenso.

Una razón para ello es la dura batalla con los demócratas, que controlan el Congreso por primera vez desde Bush llegó a la presidencia en enero de 2001.

Los legisladores demócratas unieron un calendario para la retirada de Irak a una ley presupuestaria clave para financiar la guerra en ese país y en Afganistán.

Bush se comprometió a aplicar su veto sobre cualquier proyecto de retirada y pese a que los demócratas no tienen la mayoría especial para levantar el veto, no se han rendido.

Tampoco muestran intenciones de ceder en el caso de los fiscales despedidos.

Las señales que indican que asesores de Gonzales ocultaron información al Congreso han avivado las recriminaciones días antes del propio testimonio del secretario de Justicia, previsto para el 17 de abril.

Los legisladores demócratas buscan además que Karl Rove se someta a un interrogatorio formal, pero la Casa Blanca acepta que sólo sea a puertas cerradas, sin grabaciones ni transcripciones.

Todo esto llega muy pocos días después de la condena del ex jefe de gabinete del vicepresidente Dick Cheney, por perjurio y obstrucción a la justicia en el caso de la filtración a la prensa del nombre de una agente de la CIA -un delito federal-, luego que su esposo criticara al gobierno por la invasión de Irak.

Y la Casa Blanca debe lidiar con todos estos dolores de cabeza sin uno de sus mejores hombres para las relaciones públicas: el secretario de Prensa y portavoz, Tony Snow, pidió licencia indefinida para luchar contra el cáncer.

Snow, de 51 años, sobrevivió al cáncer de colon en 2005, pero el mes pasado se le diagnosticó una recaída y fue operado para quitarle un crecimiento en el abdomen.

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