BOGOTA. AP. En seguida de que tropas estatales mataron al máximo jefe de las FARC, el presidente Juan Manuel Santos le dijo ayer a esa guerrilla que la puerta del diálogo no está cerrada con llave, pero condicionó el eventual establecimiento de diálogos a que cese el terrorismo y demuestren que desean dejar las armas.
Es el momento de desmovilizarse. Es el momento de tomar la decisión de dejar las armas porque como lo hemos dicho tantas veces, la alternativa es una cárcel o de una tumba, expresó el mandatario en rueda de prensa para comentar la muerte en la víspera del comandante guerrillero Alfonso Cano, en una operación militar que comenzó el 15 de octubre.
A las base de las FARC les quiero decir: aquí hay una mano generosa que los recibe y los reincorpora a la sociedad como ya hay más de 20,000 desmovilizados de las FARC, mucho de ellos en trabajos formales, gozando con su familia… es un mensaje muy claro porque la alternativa a esa desmovilizaciones es una cárcel o una tumba y lo que Cano demuestra es que no hay ningún rincón de la patria a donde no lleguen nuestra fuerza publica, reiteró.
Pero insisto: necesitamos unas señales muy claras y necesitamos que cese el terrorismo y que nos demuestren a los colombianos que desean dejar las armas, añadió Santos al hablar desde un sede militar en Popayán, capital del departamento de Cauca y a 370 kilómetros al suroeste de Bogotá.
En Suárez, una localidad al norte de Cauca, fue donde Cano cayó el viernes. Si nos muestran (los rebeldes) real voluntad de llegar a un acuerdo, ese diálogo podría darse. Mientras, seguiremos insistiendo en el camino militar, advirtió.
El jefe rebelde pereció de tres tiros de fusil. probablemente un Galil de tropas de asalto el Ejército, que impactaron en el lado derecho del cuello, la ingle y la cadera, describió la directora nacional del Cuerpo Técnico de Investigaciones de la Fiscalía (CTI), Maritza González.
La clave
Operación tenía 3 años
La más alta tecnología, trabajo de inteligencia, una milimétrica operación conjunta del Ejército y la Fuerza Aérea y gente al interior de las FARC permitieron acabar con la vida del máximo líder de esa guerrilla. El comienzo del fin de Alfonso Cano, quien llevaba una espesa barba, anteojos y siempre aparecía con una pistola al cinto, comenzó hace tres años, cuando fue designado como jefe de las FARC tras la muerte de Pedro Marín, alias Manuel Marulanda.