Presidente: descanse

Presidente: descanse

José Miguel Gómez

El estrés, el tedio, los conflictos, la lucha de intereses, lo grupal y hasta lo personal debe gerenciarlo un Presidente. Diríamos que, un Presidente es un gestionador de conflictos, de manejo de adversidades, pero que las resuelve de forma asertiva: escuchando, flexibilizando, contextualizando, dirigiendo, acompañando, liderando y estableciendo autoridad y liderazgo.

Un líder no es el que tiene seguidores. Un presidente no es el que gobierna. Para ambos, cuando sus creencias tienen una connotación moral capaz de regir sus vidas, a eso se le llama valores, y así, construye una diferencia.

En cualquier tipo de sociedad, existen personas que buscan orientar sus vidas en determinadas necesidades: dinero, poder, reconocimiento, éxito o fama. Los presidentes sanos y funcionales, su orientación fundamental está basada en los demás, en la actitud de servir, ayudar, facilitar, crear o permitir las oportunidades a los otros.

Luis Abinader, por su actitud, motivación o temperamento, busca tener un buen desempeño de gestión. Trabaja, comunica, participa, gerencia la visibilidad y se mantiene de lunes a lunes en la construcción de orientación basada en fundamentos de servicio en la alianza, público-privada para alcanzar el bienestar social.

El Presidente trabaja con varias actividades durante la semana; sin parar, sin ocio y sin vacaciones. Es un humano, está hecho de carne, huesos y debilidades. Pero, sobre todo, la agenda política es de largo plazo; donde el tiempo y solo el tiempo determinará cómo se empezó y cómo se terminó.

El presidente ha dicho que escucha, que habla con su interior y con el exterior, para revisar actitudes y decidir medidas; ejemplo: la posposición de la reforma fiscal, el tema de la relección, el Código Penal, el conflicto haitiano, etc.

El poder es complejo, hay muchos conflictos de intereses, hay que sortear maledicencia, la distribución de un buen gasto social, pero sobre todo, el déficit fiscal, la inflación, la deuda externa, el conflicto eléctrico y un rosario de problemas de una deuda social acumulados por décadas.

Sin embargo, el Presidente debe mandar señales de optimismo y esperanza, recordando que la esperanza es la pasión de lo posible y lo posible se construye en el día a día.

El presidente Abinader luce trabajólico, descansa poco, y se mantiene en un estrés que de mantenerse en su recurrencia le hace vulnerable como a todo ser humano.

Las personas sometidas al estrés producen y liberan más hormonas como la epinefrina, norepinefrina y cortisol, para producir vasodilatación y estrechamiento de los vasos sanguíneo, pudiendo aumentar la presión arterial.

El cortisol aumenta el azúcar en la sangre y estimula el hígado para que produzca glucosa que será utilizada para el cerebro. Es decir, el estrés crónico, afecta la función cardíaca, predispone a la obesidad, diabetes, refriados, gripe y baja la defensa autoinmune del organismo.

El Presidente debe descansar; el descanso ayuda a reflexionar, distrae, se aumenta la energía, se duerme mejor, se organiza y se planifica desde el silencio. Pero también, se puede hacer ejercicios, musico-terapia, hidroterapia, masajes, biblioterapia, ver película, bailar, caminar o construir silencio y soledad positiva.

El trabajo de un presidente es agotador, tedioso, pero a veces es gratificante, altruista, solidario, bondadoso, de merecimiento que, hacen posible sentir los motivos de vida. El descanso puede ser el paracaídas que todos necesitamos para saltar del estrés agudo y crónico que nos afecta. ¡descanse presidente!

Abinader trabaja con varias actividades, sin parar, sin ocio y sin vacaciones

Estrés crónico afecta la función cardíaca, predispone a la obesidad, diabetes…

El Presidente debe descansar; ayuda a reflexionar, distrae, aumenta la energía

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