Siempre se ha dicho que en política nadie sabe para quien trabaja hasta que, al final de la jornada, se cuentan los votos, pues con frecuencia las campañas sucias y negativas terminan haciendo mas daño a sus perpetradores que a sus eventuales víctimas. No digo que eso es lo que va a ocurrir con el “plan siniestro”, atribuido a funcionarios palaciegos del entorno del presidente Danilo Medina, contra el expresidente Leonel Fernández que han denunciado sus seguidores pues su existencia todavía está en veremos, aunque la “coincidencial” aparición en escena del narcotraficante convicto Quirino Ernesto Paulino Castillo, volviendo a reclamar los doscientos millones de pesos que supuestamente le prestó el presidente del PLD, ha convencido a muchos de que esa campaña ya está en el aire. En medio de ese tirijala danilistas y leonelistas se acusan mutuamente de tratar de dividir el PLD y ambas facciones tienen razón, como concluiría cualquiera que le haya dado seguimiento a la evolución de la confrontación por la candidatura presidencial del 2020, mientras desde FINJUS Servio Tulio Castaños Guzmán lamenta, como lo lamentamos también los ciudadanos que contemplamos desde las gradas el deprimente espectáculo, que la política dominicana se haya degradado a tal punto de que sea un narcotraficante convicto el que defina su rumbo y ponga en evidencia las flaquezas de sus líderes. Pero exista o no esa campaña sucia los únicos que deberían salir perjudicados por ofrecer ese espectáculo de tan mal gusto son los peledeístas, por lo que no se entiende cuál es el pito que toca en esa fiesta el expresidente Hipólito Mejía, quien se metió solito, y por su propio pie, en ese estercolero, sin ningún beneficio a la vista para su pretendida candidatura y mucho menos para su partido.