Presión americana para votar contra Maduro

Presión americana para votar contra Maduro

No es una coincidencia que el día antes del voto en la OEA para no reconocer la legitimidad del gobierno de Nicolás Maduro, saliese desde Washington una noticia periodística de que Estados Unidos estudiaba sacar a la República Dominicana, El Salvador y Nicaragua del Acuerdo de Libre Comercio DR-CAFTA.
Es cierto que, cuando recientemente se renegoció el Acuerdo de Libre Comercio entre Canadá, México y Estados Unidos, los americanos lograron incluir una cláusula que separaría de dicho Acuerdo a una nación que negociara otro acuerdo de libre comercio con un país donde predominen las empresas estatales, léase China. También es cierto que China manifestó públicamente su interés por firmar un Acuerdo de Libre Comercio con los dominicanos, y que empresas chinas podrían establecerse en nuestro país para desde aquí exportar a Estados Unidos bajo las ventajas del DR-CAFTA, en un momento en que Washington y Beijin han aumentado sus obstáculos bilaterales proteccionistas, lo que provocaría un desvío, a través de nuestro país, del comercio chino hacia Estados Unidos. De hecho, ya hay dos fábricas chinas en nuestras zonas francas.
Pero había algo más tras esa noticia. Si Washington buscaba evitar la desviación del comercio chino a través del DR-CAFTA, ¿por qué dicha noticia no mencionó a Costa Rica, miembro de ese Acuerdo, que reconoció a China hace doce años y con quien tiene un Acuerdo de Libre comercio? Y es que Costa Rica se incorporó desde el principio al Grupo de Lima, que aboga por la salida del gobierno de Maduro, y a ese grupo no pertenecen Nicaragua, ni El Salvador ni nuestro país.
Al Grupo de Lima sí pertenecen todos los países de América del Sur —menos Bolivia Venezuela y Uruguay— y todos los países centroamericanos —menos El Salvador, Nicaragua y México. República Dominicana se encuentra, pues, en compañía de esos seis países, más Cuba, Haití y el grueso de las islas angloparlantes.
El Grupo de Lima se vio debilitado por la adopción, por parte de Manuel López Obrador, de la vieja doctrina mexicana de no intervención, pero se vio reforzado por las posiciones anti Maduro de Bolsonaro e Iván Duque, de Colombia. El canciller norteamericano, Mike Pompeo, por primera vez participó en una reunión de ese Grupo, a través de una videoconferencia, y ya también había tratado el tema venezolano con Bolsonaro durante su juramentación, y luego, en Bogotá, con Duque.
En conclusión, el propósito del citado artículo fue presionar a dominicanos, salvadoreños y nicaragüenses para que votasen al día siguiente contra Maduro. En el caso de Nicaragua el artículo citó que se estudiaba sacarlo del Acuerdo por no ser un país democrático, a pesar de que el DR-CAFTA no contiene una cláusula democrática.
A la toma de posesión de Maduro solo fueron los presidente de Cuba, Nicaragua, El Salvador y Bolivia. México acreditó a su encargado de negocios; y en la OEA, en la tarde, solo se abstendría de votar, a pesar del “Viva México” matutino de Maduro. La Unión Europea no estuvo presente en Caracas.
El cambio de actitud dominicana se hizo evidente cuando en la mañana del día de la juramentación nuestro canciller anunció que solo estaríamos representados por nuestra embajadora en Caracas. Por la tarde, en la OEA, fuimos uno de los diecinueve países que votaron a favor de no reconocer la legitimidad de Maduro, lo que hicimos junto con el Grupo de Lima, Haití, Estados Unidos y Canadá. Nicaragua y El Salvador (cuyo gobierno del FMLN luce perderá las elecciones el mes que viene), estuvieron entre los seis que votaron a favor de Maduro.
En el pasado, Danilo Medina ofreció nuestro país como sede para las fracasadas negociaciones entre el gobierno y la oposición venezolanas, y Leonel Fernández había actuado como intermediario. Hoy, Medina condena a Maduro. Por otro lado, hay que reconocer que Medina ha sido muy cauto con relación a China, pues no ha enviado al Congreso ningún préstamo de ese país. Con nuestro voto, de hecho hemos pasado, al igual que Haití, a formar parte del Grupo de Lima, y se presume que adoptaremos su línea en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, donde estamos con otros país de la región, precisamente Perú.

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