Presión sobre el contribuyente

Presión sobre el contribuyente

No importaría mucho cómo se les quiera llamar: los niveles en alza de tasas aduanales dispuestas administrativamente tienen un efecto impositivo que por norma corresponde generarlo, en primer lugar, al Poder Legislativo. La discutible facultad discrecional de crear cargas que van al consumidor final tiene que manejarse con cuidado. Por esa vía se puede incurrir en excesos sorpresivos. No deben surgir modificaciones unilaterales de las reglas del juego contra el sentido de continuidad y con repercusiones contraproducentes. Acaba de verse con el inesperado y agudo incremento arancelario a los celulares, denunciado de inmediato como entorpecedor de la expansión que el país debe auspiciar en las comunicaciones de nuevas tecnológicas. De inmediato tuvo lugar la rectificación, que de todos modos encarece un artículo que es claramente de primerísima necesidad. En sentido general se sigue la política ambigua de dar importancia al desarrollo digital manteniendo impuestos indirectos y regresivos que ponen injustamente a los contribuyentes de más débil poder adquisitivo a financiar inversiones del Estado en ese renglón. Se quiere integrar a la población a la modernidad al tiempo de penalizarla gravando consumos. El Fisco busca así remedios a la escasez de sus ingresos que debería resolver sentándose a la mesa con sectores productivos para lograr un pacto que propicie equidad al recaudar y al gastar los recursos captados.

Poner fin al desperdicio

La sequía que en estos momentos castiga a muchas partes del país tiene el deplorable antecedente de que el agua es mal administrada por muchos usuarios. Si el desperdicio a nivel del Gran Santo Domingo es ordinariamente de un 40%, la falta de civismo y racionalidad se iguala como perjuicio a la rudeza negadora de lluvia que el clima ocasiona.

Lo prioritario en este momento es el uso doméstico del líquido que proviene de los acueductos. Las autoridades y consumidores tienen que abstenerse de emplear cantidades excesivas de agua para otros fines no esenciales como regar plantas, sobre todo en el Cibao, y lavar autos. La eliminación de fugas en calles que las corporaciones suelen demorar por inercia debe intensificarse. Los capitaleños estarían nadando en abundancia hídrica permanente si no se botara casi la mitad del caudal potable.

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