Prestar atención al capital humano

Prestar atención al capital humano

En lo que va del 2010 se han producido cinco huelgas generales en Atenas, varias en Italia y un paro generalizado del transporte en España, y se esperan otras en lo que resta del año.

   Son las respuestas que los trabajadores e importantes segmentos de las capas medias comienzan a dar frente a las medidas restrictivas de gastos que adoptan los gobiernos ante la crisis económica mundial que desató hace tres años el desastre financiero y de los fraudes bancarios en los Estados Unidos de América.

    Los analistas ven en este malestar social el inicio de un proceso más profundo con severas consecuencias políticas.

    Paul Krugman, el Premio Nobel de Economía y popular columnista de The New York Times, ha escrito esta semana sobre la posibilidad de que la economía mundial entre a sufrir lo que él llama la Tercera Depresión Económica Mundial en dos siglos. Otro economista en el mismo diario newyorkino  destaca que algunos gobiernos siguen ignorando cómo fue superada la Segunda Gran Depresión Mundial: la de los años 30 del siglo XX.

   Fue el Estado, estimulando y financiando la economía social y grandes proyectos de infraestructura, recuerdan, el motor de la recuperación económica de entonces. En muchos lugares del globo hoy los gobiernos están adoptando medidas contrarias a lo que indica la experiencia, destacan estos expertos, y por eso conducen la economía mundial a lo que Krugman llama la Tercera Gran Depresión Mundial.

  He leído y observado en otros textos que la primera gran depresión económica ocurrió en el siglo XIX  después del auge de veinte y tantos años iniciado luego de que fuese aplastada la revolución europea de 1848. Ese proceso de bienestar capitalista terminó en una crisis cuya expresión más folklórica fue la famosa Comuna de París y la Guerra Franco-Alemana de 1871.

    Ahora en el Siglo XIX de la Era Cristiana, después que se creía que la globalización y los adelantos técnicos llevaban a la humanidad por derroteros distintos a los del pasado, las recientes huelgas y conflictos que se van incubando en Europa parece que le van dando la razón a los expertos que habitualmente exponen pareceres en las páginas de The New York Times.

    Quiera Dios que las intenciones de paz y los nuevos organismos internacionales sirvan de escenario para que los problemas económicos y sociales en que ya se sumergen Europa y el mundo permitan que estos procesos produzcan resultados racionales.

   Recuerdo haber visto hace unos años en la televisión alemana un reportaje que mostraba cómo el desplome de la Bolsa de Berlín en 1928 fue el antecedente económico-financiero inmediato que condujo a la ascensión al Poder de Adolfo Hitler en Alemania y luego a la Segunda Guerra Mundial que costó 50 millones de vidas humanas.

    Debemos recordar lo que con frecuencia decía el Maestro Juan Bosch: Las crisis económicas provocan resultados o efectos de tipo sociales, y a su vez los grandes conflictos sociales producen consecuencias políticas.

   Como resultado de este proceso de crisis iniciado con el desplome norteamericano de 2007, en Europa ya los electores han cambiado gobiernos en Hungría y la República Checa, y Bélgica está viviendo un proceso que tiende a proponer la disolución del Estado pactado entre liberales y católicos en 1830.

   No olvidemos que el mismo fenómeno Barack Obama fue un resultado de la crisis de su país en el gobierno de George Bush II.

   Señales económicas y políticas que debemos observar con precaución, pensando que el mejor remedio a los problemas sociales es ponerle atención al Capital Humano, a las personas, a sus sufrimientos y necesidades, como muy bien les ha señalado recientemente el Papa Benedicto XVI a los expertos de un  organismo de la Unión Europea que la pasada semana fueron recibidos en Audiencia en el Palacio Apostólico de Ciudad del Vaticano.

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