Prevalecer por encima de los políticos

Prevalecer por encima de los políticos

FABIO R. HERRERA-MINIÑO
La clase política está empecinada en destruir al país, a nombre de sus «bien intencionadas» acciones de descuartizar el presupuesto con las maneras más originales, de forma, que lo pagado por los contribuyentes, sirva tan solo para forjar fortunas nauseabundas, fruto de una de las corrupciones más alarmantes de las que azotan a América Latina.

La administración pública del PRD y del PPH del pasado cuatrenio, fue un ejemplo de la protagonización de los actos más descarados de manejos de fondos, que con las denuncias que el PLD hace cotidianamente, la gente se pregunta hasta donde llegarán las mismas en la gravedad de los casos aireados, y sin que todavía, se haya procedido a someter a la justicia a los más connotados prevaricadores de ese funesto período.

Los políticos no asimilan los mensajes que la ciudadanía le envía a cada momento a través de su único medio legal de derribar a los gobiernos corruptos, y que es en base al voto democrático de las elecciones , que pese a los temores con que se inicia el conteo de los votos, queda la seguridad que el pueblo habló con certeza y decidió sacar a los corruptos, aun cuando cometan equivocaciones lamentables como la ocurrida en mayo del 2000.

El mensaje del pueblo, aun cuando se les engañe al poco tiempo, es deshacerse de las administraciones corruptas. Son mensajes muy claros, en donde tiene que ver la habilidad de los políticos, que aspiran a dirigirnos de venderse como los inmaculados, para luego, en compañía de sus servidores más conspicuos, sacar las uñas, y desfalcar al mejor gusto, los recurso estatales, sumergiendo al país en un proceso de pobreza y de lamentaciones, esperando el final de los cuatro años de un mandato, para volcarse en apoyo a quien les venderá ilusiones y esperanzas de regeneración, para luego engañarlos.

Los pasados 20 años del siglo pasado, y los primeros cuatro del presente, son testigos de ese proceso histórico, en donde, el pueblo, desesperado, acude a quienes pueden convencerlos de sus buenas intenciones, para luego caer en esas redes de quienes se han trazado su plan de recuperación de sus inversiones, en proyección hacia el futuro inmediato, para acumular poder y riquezas y ser piezas claves en el futuro político de la Nación. Y estos, al verse desplazados del poder, buscan conservar una cuota, la cual la obtuvieron siendo generosos con los recursos públicos, que los repartieron en un despilfarro para lograr adhesiones, débiles algunas, pero que inspiran temor a quienes les reemplazan al momento que se intente perseguirlos, con castigos judiciales por esa manera alegre de administrar  recursos de bien común. Y estos, al final, se han lavado al convertirse en lujosas residencias, vehículos y figurear como los más serios y prósperos en las páginas de las revistas sociales que sirven los tres diarios matutinos a sus millares de lectores.

El pasado 16 de mayo el pueblo votó para que las cosas cambiaran, y llegaran nuevo aires de honestidad al país, doblegado por una severa crisis de confianza, de corrupción y de pobreza creciente, en que los negocios quebraban por docenas y las familias perdían sus ahorros, disminuyendo su calidad de vida. La única salida institucional fue que, ese día de mayo, demostrarle a los políticos gobernantes de entonces, de ahora y del día después de mañana, que los dominicanos no son tarados mentales, y que saben muy bien los que les conviene al momento de enderezar su rumbo, aun cuando puedan ser engañados nueva vez, pero queda el beneficio de la duda, de que las cosas van a cambiar radicalmente, sin que se les pretendan administrar las noticias, oficiales, al querer imponer una mordaza, tipo a la de Goebbels en la Alemania hitleriana de los años 30, que fue el preludio de la guerra más cruel del siglo XX.

Los dominicanos están por encima de su clase política. Es lamentable que por miedo de no verse manchados con el peculado, tantos valiosos dominicanos rehuyen verse envueltos en las lides políticas y se la han dejado a una clase sin escrúpulos que solo han depredado sin temor de verse señalados de que el poder es para usarlo y enriquecerse. No se esperan sanciones si se airean los flagrantes actos de corrupción, pero a la hora de decidir sobre su castigo, surge una hermandad de los delincuentes políticos, «en el hoy de por ti y mañana por mi», sepultando en el secreto compartido el aprovechamiento indebido de los recursos destinados al bien común. Los políticos se hermanan en una logia impenetrable, donde se conocen parte de los pecados, pero los pecadores, casi pueden estar seguros que nadie se atreverá a tocarlos, mientras los que son serios y puros, como decía nuestro patricio Juan Pablo Duarte, están desventaja, y en silencio, consienten esas rapacerías para, muchas veces, no verse afectados en su integridad física.

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