Las construcciones son un exponente de primer orden en el proceso de desarrollo de cualquier país. En el nuestro, esa expresión de avance se percibe no sólo en el número de edificaciones, sino también en la modernidad de los diseños y en el desafío de las alturas.
El crecimiento vertical de las ciudades, que es una modalidad impuesta por la necesidad de ahorrar espacio y dinero, así como abaratar los servicios, está sujeto a normas que deben ser revisadas permanentemente, como forma de mejorar cada vez más la seguridad de los edificios. La constante investigación sobre el comportamiento de los materiales y las formas ante energías liberadas por la naturaleza, como es el caso de la actividad sísmica, ha traído como resultado que unas normas que hace algunos años eran tenidas como las más adecuadas, han debido ser modificadas o desechadas para dar paso a nuevas concepciones y exigencias, todo en aras de mejorar la seguridad sísmica de las edificaciones.
-II-
Las reflexiones anteriores están inspiradas en las observaciones que hiciera el ingeniero Rafael Corominas Pepín, presidente de la Fundación de Ingeniería Sísmica, al participar como invitado en el Almuerzo Semanal de los Medios de Comunicación del Grupo Corripio, en compañía de los también geólogos Romeo Llinás, asesor minero de la Secretaría de Industria y Comercio, y Leonardo Reyes Madera, coordinador del nuevo Código de la Construcción.
En esas observaciones llaman la atención dos premisas básicas, que se refieren a las grandes edificaciones erigidas en el país. Corominas Pepín sostiene que la mayoría de las grandes edificaciones fueron diseñadas y construidas con apego a normas que hoy en día se consideran obsoletas.
La otra premisa es que las grandes torres que emplean el primer nivel como parqueos basados sólo en columnas podrían ser una trampa mortal ante un terremoto de cierta intensidad.
La construcción de estas estructuras pudo haberse basado en normas y reglas que en su momento eran válidas, pero que por alguna razón han sido desechadas o modificadas.
-III-
Un aspecto crucial en este asunto es que mientras una norma puede ser modificada o desechada de la noche a la mañana, las edificaciones que fueron construidas con apego a las mismas no pueden ser modificadas con la misma premura. Así, lo que técnicamente se denomina «piso suave» pudo ser correcto a partir de ciertas normas, e incorrecto y peligroso cuando las revisiones obligaron a modificar las pautas de construcción.
A nuestro juicio, el primer paso debe ser actualizar todas las normas habidas y por haber en materia de diseño y construcción de grandes edificaciones.
Debido a que no hay medios para predecir un terremoto, la prevención debe ser una tarea permanente, sobre todo en países ubicados en zonas de considerable riesgo sísmico, como es nuestro caso.
Nuestras construcciones, fundamentalmente las modernas torres, son un rasgo de progreso que debe garantizar ciertos márgenes de seguridad ante eventuales sismos. La actualización de normas de construcción y la modificación de diseños para que cumplan ese cometido, es una molestia que debemos tomarnos como forma de prevención ante lo impredecible.