Prevención contra curación

Prevención contra curación

ANGEL CAPUTO A.
Durante muchos años me ha inquietado el hecho de que el médico en sentido general se haya preocupado por curar enfermedades ya establecidas, en vez de prevenir las no existentes. Siempre he creído que existe una gran cuota de responsabilidad en aquellos médicos que, como yo, nos hemos dedicado a la enseñanza universitaria y por ende, a la formación de ese profesional dominicano, por lo que hemos inculcado en nuestros jóvenes estudiantes el principio de que el médico es un profesional que se forma con la finalidad de ser un luchador contra la muerte y por ello debe preocuparse por retornar a sus pacientes la salud perdida.

Sin embargo creo que en la actualidad este es un craso error. A través del tiempo y con la experiencia acumulada por más de 30 años en el quehacer científico-hospitalario y específicamente en el área de la gineco-obstetricia, he llegado a la conclusión de que este concepto de la curación debe ser revisado, pues desde hace muchísimos años sabemos que es mejor prevenir que tener que curar y curar es devolver la salud perdida que no pudo preveerse.

Hemos visto y somos testigos presentes de cómo nuestros hospitales se caen a pedazos; cómo la indiferencia de quienes han dirigido y dirigen la salud pública se constituye en el peor obstáculo para el despegue de una salud segura.

También hemos sido testigos mudos, de cómo durante más de un año el Colegio Médico Dominicano (CMD) y las autoridades de Salud Pública discuten, discuten y discuten, mientras el pobre paciente de hospital sufre, sufre y sufre las consecuencias de quienes se supone deben ser los soportes principales donde descansa la recuperación de la salud, tanto física como mental de la sociedad ¿Y qué es lo más lamentable del caso? pues, sencillamente, que esto continuará sin solución ¿Por qué? Porque todo diálogo basado en la mentira y la insinceridad tiene como resultado promesas que no se cumplirán jamás.

Por todo lo anterior es que he considerado que en países como el nuestro, tercer: mundista y pobre, enfermarse es prácticamente un pasaporte a la muerte y se hace necesario inculcar en nuestros médicos y en nuestros pacientes la importancia de la prevención. Es imprescindible que el médico entienda que hay que dedicarle más tiempo a la consulta médica, para explicar al paciente cuáles son las situaciones que pueden llevarle a una enfermedad y poder así entregarle las herramientas necesarias para que él pueda detectar en sus inicios lo que mañana podría ser la condicionante de un destino incierto.

Ahora, cuando he pasado de la actividad médica hospitalaria a la privada en mi habitual consultorio de la clínica «doctor Albel González Sur, de la Avenida Independencia, producto de una justiciera jubilación, he decidido no predicar sino actuar y he iniciado en este nuevo año un encomiable proyecto para mis pacientes con el lema de «envejecer en salud es una forma de priorizar las enfermedades», pretendiendo con ello prevenir en forma de charlas, consultas no apresuradas, discusión con personas sanas sobre lo que es la salud y llevar el mensaje a través de una unidad especializada que permita crear conciencia en la mujer de lo que debe ser una vida saludable.

Como el área que manejamos es la gineco-obstetricia, es obvio que nuestra unidad estará dedicada al cuidado de la salud de la mujer y en ella pretendemos hacer prevención de las enfermedades propias de ella, pero haciendo énfasis de que con esto no renunciamos a la medicina curativa, pues sería infantil pretender que con la primera desaparecería la segunda. Lo que si podemos asegurar es que con esta unidad renunciamos a la práctica del gineco-obstetra clásico, que es aquel que sólo es capaz de descubrir y diagnosticar la patología pero en innúmeras ocasiones no posee las herramientas adecuadas para la solución del caso y por tanto está en la obligación de derivar el problema a otro gineco-obstetra que por su preparación y por poseer la instrumentación adecuada, sí está en capacidad de hacerlo.

Por todo lo anteriormente expuesto hago un llamado de atención a la mujer dominicana para que entienda que enfermedades como el cáncer del pueblo uterino, cáncer de mama, menopausia, osteoporosis y embarazo de alto riesgo son prevenibles y por ende curables, siempre y cuando sean detectadas en sus etapas iniciales, pero para ello es obligado contar con un médico que tenga paciencia y tiempo para escuchar a la paciente, tiempo para el paciente, conocimiento y sobre todo, el equipo necesario para conformar una unidad que permita la detección temprana de las patologías que puedan aquejar a la mujer, pero no olvidando el importantisimo papel que juega el médico en su función de orientador, guía y conductor, haciéndole saber y entender a la paciente que él, además de ser su amigo, es la persona que la escucha y orienta, constituyéndose en el soporte principal en donde descansa su salud, tanto física como mental y todo ello como consecuencia de la detección temprana de una patología que así descubierta siempre será curable en el 100%.

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