Es importante y necesario saber que un pueblo que ha comenzado a experimentar una transformación en su estructura social y económica, y que ha alcanzado en los últimos años un formidable incremento vial, precisa equilibrar le educación vial de conductores y peatones con el desarrollo de sus medios de transporte, pues de esta educación dependerá que el número de accidentes aumente o disminuya al finalizar cada año.
La disminución o el aumento de los accidentes ocasionados por los vehículos a motor depende de los cuidados del conductor y de los peatones. La mayoría de estos accidentes los aportan la falta de una educación vial bien orientada que enseñe a los peatones a defenderse y a la señalada imprudencia de los conductores de vehículos de motor, que no saben conducirse en las carreteras y en las ciudades, desobedecen las leyes y reglamentos de tránsito, no disminuyen la velocidad donde es necesario hacerlo, importándole muy poco la vida la vida de los pasajeros. Es pues de transcendental importancia para resolver los problemas de tránsito en las carreteras así como en las ciudades, establecer escuelas oficiales para conductores de vehículos y un recinto adecuadamente diseñado para efectuar cursos de capacitación vial para los conductores que falten a las leyes de tránsito, además de emprender una campaña sistemática de prevención y educación vial para conductores y peatones.
Para alcanzar una solución satisfactoria que nos dé como resultado una reducción a su mínima expresión del índice de accidentes ocasionados por los vehículos automotrices, es necesaria la creación por otra parte de los organismos correspondientes, de una Junta de Nacional de Educación Vial, que se encargue de preparar y difundir por todo el territorio nacional una campaña de carácter preventiva que evite por todos los medios a su alcance los peligros que el tránsito de vehículos entraña.