Prevenciones de poco alcance

Prevenciones de poco alcance

El consumo irresponsable de bebidas alcohólicas aparece indefectiblemente tras la mayoría de las tragedias de tránsito y otros hechos luctuosos relacionados con riñas y crímenes de género. La incidencia de calamidades es mayor en asuetos prolongados de Navidad y Semana Santa sin que los esfuerzos de organismos oficiales para evitarlas establezcan precedentes de gran poder disuasivo y efectividad mediante permanencia. La mera prohibición de venta de alcoholes bajo restricción de un solo día de la más larga semana del año pierde contundencia cuando la exhibición del consumo en muchos ambientes e ingesta vinculada a la conducción de vehículos no enfrentan medidas de contención que sirvan de mucho, como aplicar mediciones de aliento con instrumentos sencillos y baratos.
De República Dominicana se podría decir que es de los pocos países que no aplica, más allá de intenciones, la tolerancia cero a la embriaguez al conducir aun existiendo la convicción de que muere mucha gente por ebriedad al volante y por la temeridad de motociclistas contra los cuales no se actúa con el rigor que corresponde para evitar que transiten al margen de regulaciones sobre documentación, uso de cascos, limitación de número de ocupantes, y acatamiento de las señales normativas que para ellos en modo alguno existen. Ni siquiera ponen atención a los semáforos ante las propias miradas de la Digesett.

Presagio de una calamidad

Tomados como piezas de un rompecabezas, los testimonios que semana tras semana ofrecen al periódico HOY alcaldes de los cuatro puntos cardinales permitirían llegar a una conclusión global parecida a la que acaba de ofrecer el presidente de la Comisión de Asuntos Municipales de la Cámara de Diputados, Plutarco Pérez ( PLD): «Estamos al borde de una calamidad municipal» (Periódico El Caribe P.8 -15/04/19)

Sobre los gobiernos de localidades ha afirmado que «no aguantan más» y llama a reformular los respectivos presupuestos severamente mermados aunque las obligaciones para con las comunidades han crecido y cuesta mucho más cubrirlas. Ningún renglón nacional de tal magnitud social y territorial debe pasarse por alto al formular balances sobre la totalidad de un país. Sería llamarse a engaño; ignorar crisis.

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