Si a la larga llega a considerarse imprescindible para contener el Covid-19 que la generalidad de las personas se guarden en sus hogares por un día completo o más, tal rigidez tendría que ser antecedida por mayúsculos esfuerzos para que millones de familias que no comen si no echan un pie fuera cada fecha, puedan crear siquiera efímeras reservas de sobrevivencia con una posible suma de esfuerzo propio además. Lograr un objetivo de tal magnitud en grandes núcleos urbanos parecería cuesta arriba. Para las clases alta, media, media alta y media baja el encierro forzoso sería manejable en diversos grados; pero el Gobierno tiene que diseñar a partir de su ordinarios vínculos operativos y de subsidios a través de programas sociales unos proveimientos complementarios dados a conocer con tiempo a muchos miles de potenciales beneficiarios.

La labor social de iglesias y entidades de la sociedad civil sensibles a problemas sociales, incluyendo organizaciones internacionales de beneficencia con largas hojas de servicios a sectores marginados con los que hacen causa común, tendría que ser atraída con sus propuestas y recursos para el trazado en grandes de auxilios que mitiguen la privación temporal de buscarse la vida. Ya el Inabie recurre a una logística de entrega de alimentos para más de un día a hogares de estudiantes pobres cuyos resultados deben revisarse para ampliar el tamaño y alcance de las raciones.

El fallido final de lo automatizado

Las objeciones y falta de confianza de un importante sector en el recurso de votación basado en intangibles secretos electrónicos de cajitas cerradas cobran mucho sentido finalmente. Un exhaustivo informe de la OEA subraya los argumentos contra el voto automatizado y obliga a hundir más el bisturí en lo ocurrido para extirpar los errores no intencionales que tan caros le han salido al país y para desentrañar en saldo final posibles culpas personales.

Tras el horror del febrero municipal electoral, tiene ganada aceptación la forma tradicional y conocida de votar aplicada en las posteriores elecciones extraordinarias de marzo; sometidas a mayor vigilancia nacional e internacional; con herramientas digitales y procedimientos mejor aplicados que arrojaron resultados unánimemente aceptados. Venga ahora la profundidad de los saneamientos reclamados.