Primer ministro Irak en apuros

Primer ministro Irak en apuros

BAGDAD. AP.  Tras dos años en el cargo, el primer ministro iraquí Nuri al-Maliki ha logrado imponer una semblanza de autoridad gracias a la audaz represión de las milicias irregulares chiíes y los insurgentes sunís en Bagdad, Basora y el norte del país. 

El progreso ha ocasionado la rehabilitación política del primer ministro chií, acallando a sus detractores iraquíes que desde hace tiempo lo consideraron ineficaz, indiferente a la corrupción o inclinado a favor de los intereses chiíes.

Además, fue ensalzado por las autoridades estadounidenses y los militares, meses después que algunos sectores de Estados Unidos pidieran su sustitución por no haber alcanzado logros políticos de importancia. Su actual popularidad política se debe en gran parte a la disminución general de la violencia: el alto mando estadounidense dijo la semana pasada que constató el menor número de ataques desde abril del 2004. 

Empero, al-Maliki no tiene ganada la batalla por completo. Los beneficios obtenidos en la represión de la lucha sectaria que supervisó personalmente siguen siendo frágiles y podrían desaparecer rápidamente, dejándolo vulnerable a las acusaciones de ineficiencia y dado pie a nuevos brotes de inestabilidad. Los seguidores del clérigo islamista Muqtada al-Sadr arreciaron en los últimos días su retórica contra al-Maliki, al que acusaron de intentar eliminarlos —lo que ha hecho peligrar la tregua con el Ejército de el-Mahdí, clave del éxito pacificador en Ciudad Sadr, un reducto de pobreza capitalino habitado por dos millones de personas— y en el puerto meridional de Basora.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas