Primera Antología de poetas dominicanas en España

Primera Antología de poetas dominicanas en España

Esta antología de Rosa Silverio representa una espiral de signos y voces que van desde RhinaEspaillat –laureada autora de la diáspora dominicana en USA, poeta, traductora y educadora, nacida en 1932–, hasta culminar con Marielys Duluc, poeta y periodista, residente en España y nacida en 1987. Como se ve, todas ocupan un radio de acción vital, desde la década de los 30 hasta los 80, y una órbita de publicación desde los años 60 hasta la actualidad novosecular.

De todas las iniciativas editoriales y esfuerzos intelectuales por colocar nuestra poesía en el mapamundi de las letras universales, y en especial, la poesía escrita por mujeres, la antología “No creo que yo esté aquí de más”, de la cuentista, periodista y poeta dominicana, afincada en España, Rosa Silverio, es, sin quizás, la más abarcadora y completa – que presentamos en Casa de América, España, el pasado 3 de octubre, gracias a la iniciativa del embajador Olivo Rodríguez Huertas. Editada bajo el prestigioso sello Huerga y Fierro, comprende las poetas nacidas entre 1932 y 1987. Esta muestra viene a hacer visibles las figuras consagradas y emergentes de la lírica femenina de nuestro país, y a hacer posible que se escuchen sus voces, que brotan de las entrañas de su imaginario sensible; representa una tentativa, en el proceso de difusión necesaria del canon de las mujeres escritoras de poesía. En este volumen aparecen 43 mujeres de diferentes generaciones y tendencias estéticas. Poemas tradicionales y de ruptura, vanguardistas y conservadores, donde se pueden apreciar voces y giros que orillan vertientes creativas como la libertad expresiva, el amor y sus desgarraduras, la vida y sus avatares, la muerte y sus perplejidades, y el erotismo con su llama del ethos femenino. El título, la antóloga lo toma de un verso de la inmensa Aída Cartagena Portalatín, cuya poética representa un grito por hacerse sentir, en medio de la soledad existencial de la mujer, y demandar un espacio social en el bosque de la indiferencia, en el marco de su grupo generacional, y de la mujer dominicana.
Esta antología de Rosa Silverio representa una espiral de signos y voces que van desde RhinaEspaillat -laureada autora de la diáspora dominicana en USA, poeta, traductora y educadora, nacida en 1932-, hasta culminar con Marielys Duluc, poeta y periodista, residente en España y nacida en 1987. Como se ve, todas ocupan un radio de acción vital, desde la década de los 30 hasta los 80, y una órbita de publicación desde los años 60 hasta la actualidad novosecular.
Del corpus esencial de esta obra, es justo destacar las voces que bordean la transparencia de la identidad femenina, la fuerza descarnada del verbo, y el desenfado, como las de Jeannette Miller, Soledad Álvarez, Martha Rivera y Ángela Hernández. O las de Sally Rodríguez, Aurora Arias, Farah Hallal, Ariadna Vásquez Germán, Rossalina Benjamín, Reina Lissette Ramírez, Daniela Cruz Gil, Natacha Batlle o Isis Aquino. Estas últimas representantes de las más recientes promociones del Nuevo Milenio.
Desde el canon fundacional de Salomé Ureña hasta Carmen Natalia Martínez; desde Aída Cartagena Portalatín hasta Jeannette Miller, y desde Soledad Álvarez hasta Martha Rivera, la fuerza motriz que sirve de dinamo catalizador de la energía creadora de nuestra lírica, de la esencia de las letras mestizas, de la cartografía de la media isla, ha tenido luz y carne, espíritu y cuerpo. Y lo que ha hecho Rosa Silverio es de proverbial importancia y ejemplar actualidad. La poética de esta antología y la propuesta textual están en correspondencia recíprocas. No excluye por prejuicios ni por mezquindad. Al contrario, es amplia y abierta, incluyente y circular. En ella dialogan autoras de la diáspora y de las provincias, del pasado y del presente, emergentes y consagradas. La semilla sembrada por Salomé Ureña y Aída Cartagena está dando sus frutos luminosos y pródigos. La cosecha ha sido productiva y ha germinado.
La antorcha de la tradición se mantiene encendida y viva. Se sigue alimentando de rupturas y técnicas nuevas, dialoga con lo universal, y se expande a las corrientes subterráneas y aéreas de la lírica hispánica y no hispánica del presente. Esta antología tiene la impronta de destacar lo viviente, y de ahí que solo estén las poetas vivas y en ebullición, en movimiento y trascendencia. Como se observa, este libro es un documento vivo que cuenta la historia del presente de nuestra poesía; es una radiografía y una anatomía secular de la poesía femenina dominicana.
Esta historia de la presencia y difusión de la poesía dominicana en España tiene sus antecedentes en Antonio Fernández Spencer, que obtuvo los prestigiosos premios Leopoldo Panero, en 1969, con Diario del mundo, y el Adonáis, en 1952, con su poemario Bajo la luz del día, con un jurado presidido por el Premio Nobel, Vicente Aleixandre. Fernández Spencer es el primer poeta no solo dominicano en obtener dicho premio, sino el primer latinoamericano. Además, editó y prologó la primera antología de la poesía dominicana hecha en España para su difusión y conocimiento en el mundo hispánico, como fue La nueva poesía dominicana, auspiciada por el Instituto de Cultura Hispánica, en 1953. Después de la antología poética de Spencer, hay que esperar hasta 2011 cuando Basilio Belliard y José Mármol editen para la afamada y paradigmática editorial Visor, en su colección de poesía La estafeta del viento, la antología La poesía del siglo XX en República Dominicana, o cuando la editorial Amargord publicó la antología poética titulada Indómita y brava, este año 2018.
Como se ve, nuestra realidad literaria está dando un giro, lo que revela el buen momento que vive la literatura dominicana con sus poetas, ensayistas y narradores. Esta antología, preparada por Rosa Silverio, en efecto, adquiere cada vez más pertinencia e importancia en el necesario decurso de la tradición letrada dominicana. Ahora se impone la necesidad de que este mismo proyecto suyo se realice con el cuento, el cual tiene buena salud y gran tradición, y cuya semilla germinó, a partir de Juan Bosch, su maestro indiscutible. Es imposible, pues, hablar del desarrollo del ensayo, al margen de uno de los fundadores del ensayo hispanoamericano: Pedro Henríquez Ureña. Tampoco obviar la figura magisterial de Juan Bosch, como fundador de la tradición cuentística del siglo XX dominicano, ni la de Manuel del Cabral, como poeta universal, que exploró en lo erótico, lo social, lo metafísico y lo negroide, y quien pertenece por derecho propio a la trilogía de la poesía afroantillana, junto a Nicolás Guillén, de Cuba, y Luis Palés Matos, de Puerto Rico.
La muestra seleccionada de poesía escrita por mujeres, de nuestra poeta y cuentista, es un documento de colección y consulta. Consta de 366 páginas. Sirve de testimonio de una tradición poética y permite medir la temperatura del cuerpo lírico y literario de nuestro país. La presencia reivindicativa de la diáspora es emblemática; la selección de los textos, espléndida. Predominan en ella el pulso crítico, el buen gusto, el olfato estético y el tino de una antóloga que es tan buena lectora como escritora, y, por tanto, supo acertar en la escogencia de los poemas, y en abrirse al concierto de estas voces canónicas y novedosas, pródigas y prometedoras, que viven en su tierra nativa o allende los mares, y cuyos versos huelen a salitre y a mar, a trópico y a sol. De sus entresijos manan sudor y lágrima, erotismo y alegría, cadencia y ritmo, humor y picardía, desgarramiento y esperanza.
Que esta antología sirva para el reconocimiento y descubrimiento de la poesía dominicana de nuestras poetas, y que abra las ventanas de su recepción crítica a otros géneros y expresiones de las letras criollas.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas