Primeras señales de que el pesimismo  E.U. se está disipando

Primeras señales de que el pesimismo  E.U. se está disipando

Clive Crook
Los líderes empresariales de Estados Unidos  se están sintiendo más animados últimamente, y con razón. El acuerdo fiscal de la semana pasada es un estímulo, no porque provee un estímulo en la escala que sus proponentes y críticos dicen, sino porque evita un inadvertido constreñimiento de la política que podría haber estrangulado la economía justo cuando estaba comenzando a revivir. Otras noticias económicas han sido buenas también. El optimismo cauto va en aumento.

El costo de los ingresos del acuerdo fiscal es de más de US$800 millardos en los próximos dos años, provocando que los comentaristas lo llamen un “estímulo aún mayor que el plan fiscal adoptado en el 2009”. Esto no tiene sentido. Casi la totalidad de los ingresos no percibidos se debe a la extensión de las tasas fiscales y a otras medidas ya establecidas.

Medido contra una base actualmente política, la cual es lo único que cuenta, el nuevo estímulo neto de los mayores componentes es de cero. La principal innovación del acuerdo, y es una buena, es la reducción del impuesto nominal por un periodo de un año, lo cual cuesta algo más de $100 millardos en el 2011.

El estímulo extra, correctamente medido, es modesto. Pero el convenio evitó la posibilidad, y en un determinado punto este pareció la posibilidad, que el Congreso de E.U. se volvería un punto muerto respecto la política fiscal y dejó que todos los recortes fiscales pasaran por la administración de Bush en el 2001 y en el 2003 expiraran. Los demócratas y republicanos, siempre dispuestos a poner el país primero, estuvieron felices de considerar esta opción, si esta significaba ganar una ventaja táctica.

El escandaloso juego de pollitos, perseguido hasta el límite, habría causado un abrupto, severo e imprevisto constreñimiento fiscal. Larry Summers, el jefe saliente del Consejo Económico Nacional de Barack Obama, fue burlado por decir que el fracaso en alcanzar el convenio podría crear una segunda recesión. Él estuvo en lo cierto.

Políticamente, Obama apostó el negociar un acuerdo con los republicanos, pero al final este trabajó. Los demócratas rasgaron sus vestiduras y se lanzaron desde los tejados en sus maniobras, la “desvergonzada capitulación” fue una de las críticas más suaves. A pesar de las teatralidades, el acuerdo pasó por las cámaras del Congreso con confortables mayorías bipartidistas. La economía tuvo un escape de suerte, no de las inevitables realidades, sino de las maquinaciones de sus representantes electos, y esto le sigue a otras motivadoras novedades.

Por sexta semana consecutiva, las nuevas reclamaciones de desempleo están bajando y quedan en su nivel más bajo desde el verano del 2008. La mayoría de analistas esperan que el reporte de empleos de diciembre, que debe salir a principios del mes próximo, sea mucho mejor que el de noviembre, el cual mostró un aumento en las nóminas de menos de 40,000, consistente con el creciente, no el decreciente, desempleo.

La construcción de viviendas también muestra señales de reactivación. El inicio de construcción de nuevas viviendas aumentó un 3.9% en noviembre, y la nueva construcción de viviendas unifamiliares subió a un alza de seis meses.

 Para estar seguros, el sector inmobiliario queda como uno de los arrastres más fuertes en la economía. El mercado está saturado de viviendas sin vender. Alrededor de un cuarto de las viviendas con  hipotecas están con el agua hasta el cuello, con deudas que exceden el valor de la propiedad. Aún con este modesto aumento, los inicios de viviendas quedan en apenas la mitad de la tasa normal. Todavía, se trata de un movimiento en la dirección correcta.

El apalancamiento del consumo, íntimamente conectado con el mercado inmobiliario, continúa y es probablemente el mayor riesgo que confronta la economía. La proporción de la deuda de los hogares hasta después de la caída en el impuesto en el tercer trimestre  es hasta de 1.22, por debajo de su pico de 1.35 en el 2007, pero tiene más para donde ir. Por años antes del 2000 la proporción fue menos de un 1. El reciente declive es en parte debido a la moderación tanto de los prestatarios como de los acreedores, pero también para los valores predeterminados, los cuales podrían también subir. Los fluctuantes esfuerzos de la administración para motivar la modificación hipotecaria han sido un fracaso notable.

A pesar de estas continuas tensiones financieras, la confianza del consumidor está lentamente en crecimiento. El índice del Consejo de Conferencia mejoró en octubre y nuevamente el mes pasado. Una demanda de consumo más fuerte es crucial en su propio bien; es también la única forma de persuadir a las compañías para que inviertan el efectivo que están actualmente acumulando. Como con otras medidas, el aumento de la confianza es un aumento magro desde una base baja. La economía está todavía débil, la recuperación aún es tentativa; pero una lenta mejoría es mejor que ninguna.

Los comienzos de la distensión entre la administración de Obama y las empresas de E.U. son otra buena señal. Los líderes empresariales se han quejado agriamente sobre lo que ellos ven como una fuerte hostilidad de parte de la administración. La Casa Blanca, ellos dicen, puso un giro decididamente anti-empresarial sobre la reforma de asistencia de salud (las malvadas compañías de seguros), la revisión de la regulación financiera (la codicia desnuda en Wall Street), y mucho más. Cualesquiera que sean los méritos de esas políticas, ellos dicen, no había la necesidad de hacer de la América corporativa el enemigo. Como he argumentado previamente, yo pienso que la América corporativa protesta demasiado, pero tener la Casa Blanca y las empresas abiertamente en desacuerdo es poco propicio para la recuperación económica.                     

Zoom

Iniciativas inteligentes

La semana pasada, esperemos como parte de un amplio reposicionamiento centrista, Obama invitó a los líderes corporativos de E.U. a la Casa Blanca para una charla privada. La reciente paliza de los demócratas en las encuestas obliga al presidente a concebir un nuevo inicio. Esto podría ir en cualquier dirección, el compromiso productivo con los republicanos sobre la reforma fiscal, la reforma de derecho y la reducción del déficit a largo plazo; o una parálisis que mate la confianza..

Los aumentos de tasa retornarán igual que la Navidad

Tony Jackson

El reciente aumento en los rendimientos de bonos gubernamentales puede que sean o no sean duraderos, pero esto provoca un cuestionamiento más amplio. Las tasas de interés han estado decayendo globalmente por 30 años. Más pronto que tarde, están comenzando a aumentar nuevamente. ¿Cómo puede esto afectar las empresas y el comportamiento de la inversión?.

Eso dependería de lo que lo causó: una reactivación de la inflación, se dice, o un cambio en el balance entre los ahorros y la inversión.

Lo último ha sido propuesto en un informe de parte de McKinsey, que argumenta que, en las próximas dos décadas la demanda de inversión de China y de otras grandes economías emergentes superará los ahorros globales.

Todo eso sirve como un marco para pensar en las consecuencias.

Comencemos por establecer un debate sobre la inflación/deflación por un lado y tomar en cambio la hipótesis de McKinsey de que las tasas de interés aumentarán en términos reales. ¿Qué implica esto para la estrategia de inversión?

McKinsey argumenta que esto sería bueno para los bonos, pero malo para las acciones. Parece paradójico, ya que esto implicaría que las clases de activos se comporten de la misma forma cuando las tasas aumenten, así como cuando bajen.

Todavía, el argumento es a largo plazo. La atracción de los bonos en el nuevo mundo, es reclamado, simplemente su rendimiento sería superior. Pero llegar ahí involucraría una profunda caída en el valor de los bonos existentes. Si eso se prolonga por suficiente tiempo, los inversionistas pueden formarse el mismo prejuicio contra los bonos igual que lo han hecho hasta ahora contra las acciones.

El caso contra las acciones es suficientemente obvio. Las tasas de interés más altas implican tasas más altas de descuento, de modo que en el presente el valor de los futuros flujos de efectivo corporativo es bajo. Pero otra vez, la realidad puede ser más compleja. McKinsey prevé gastos colosales en la infraestructura y en el sector inmobiliario, con China necesitando el equivalente de la ciudad de New York cada dos años y La India necesitando un Chicago al año.

Si es cierto, esto significaría que las compañías capaces de explotar el fenómeno llegarían a dominar los intercambios. Otras compañías se desvanecerían por comparación; pero una vez que el ajuste sea completo, los índices de acciones pueden reflejar una ola de crecimiento.

VERSIÓN AL ESPAÑOL DE ROSANNA CAPELLA

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