Dos casos tan tristes como dolorosos, llevan el nombre de estos dos ciudadanos; el primero se trata de una joven menor de edad (Emely) que entre su inocencia y la perversidad de unos seres “humanos” acabaron con su vida. El segundo un joven activista, político y catedrático universitario (Yuniol) que al igual que Emely, el final de su vida llegó también por dos razones: por su valor y por la perversidad de algunos seres “humanos”. Desde ya empiezan los genios a formular hipótesis sobre el vil asesinato de Yuniol; a encontrar sus culpables favoritos, lo único que en este caso se puede afirmar a ciencia cierta, es que al joven inquieto Yuniol le taparon la boca y de qué manera.
Especular con posibles culpables, desde ya sería un atrevimiento, lo que sí es probable, es que la mente perversa que ideó cómo iba a morir el mencionado académico, no está en el mismo cuerpo que las manos que ejecutaron y llevaron a cabo tan atroz crimen.
Yuniol se caracterizó por la forma ácida en la que atacaba y perseguía los actos corruptos. En ese sentido no se le salvó nadie, en siendo cualquier asomo de corrupción, ahí estaba el hombre; por decir una exageración, hasta yo llevé. Su lucha fue tan directa y se “tiró” tanta gente encima que el autor intelectual podría ser cualquiera.
Finalmente, lo que esperamos es que la policía y el ministerio hagan bien su trabajo. Encuentren los culpables, que caiga todo el peso de la ley sobre ellos. En mi caso particular tengo toda mi vida esperando “las últimas consecuencias”, espero que en este caso sí hagan acto de presencia, las últimas consecuencias…