Principio y fin de los médicos

<P>Principio y fin de los médicos</P>

Si existe alguien que padece agonía existencial de principio a fin de una vida, es el médico. Es una lucha constante entre el “ser” y el “parecer”, entre la inclusión social y la angustia de la no deshumanización. Ese pendular de vida desde el inicio del pre-grado, hasta una residencia médica, para luego abrir, mantener e impulsar una consulta que le permita vivir con el mínimo de decencia, con calidad y calidez.

Como cualquier ser humano, el médico(a) busca la satisfacción existencial de alcanzar un techo digno, un empleo digno, un vehículo, estudios, salud, recreación y ahorro que le permita llegar a la tercera edad con orgullo, satisfacción, y la dignidad de su profesión, su utilidad y su razón existencial.

Pero la agonía es otra. El 60% de los médicos son pobres, no tienen techo digno, ni calidad de vida, ni sus familias viven con el derecho al desarrollo social, ni a la inclusión de los indicadores de la vida post-moderna. Más del 40% trabaja en condiciones precarias, en un ambiente que no proporciona satisfacción laboral, incentivos, motivaciones, empleos dignos, y un retiro saludable.

La radiografía de la vida de un médico duele. Salarios de pobreza, riesgo laboral, pobres incentivos, desprotección de seguridad social y, para colmo, pensiones de miseria que les excluyen de los incentivos alcanzados. Ahora la agonía es doble: ARS que pagan poco, vigilan y les condicionan, y para mal, amenazan con despojar a los pacientes del derecho a la libre elección de sus médicos y  sus clínicas para  convertir el médico en el obrero del nuevo concepto neoliberal de la  medicina global.

Es una agonía de principio a fin. Pero, con un fin de una carrera tan desigual y tan injusta que le desafía y le recuerda la vieja lucha de la existencia: entre el “ser” y el “parecer”.

El final de la bata blanca es estresante, riesgoso y vulnerable a padecer infartos, accidentes cerebro vasculares, enfermedades degenerativas, depresión y cáncer, producto de la alteración del factor inmunológico.

Es sufrible terminar con una pensión de hambre; mientras un Regidor con tan solo cuatro años de trabajo lo pensionan con 85 y 100 mil pesos; o un activista tránsfuga del clientelismo político lo premian con 35 y 50 mil pesos. A pesar de todo, los testarudos de las batas blancas terminarán diciendo que, si tiene que volver a elegir de nuevo, elegirán ser médicos(as). Defender una identidad, asumir la noble causa espiritual de morir en lo correcto; para volver al principio, asumir el ser y renunciar al parecer. Lo correcto y lo justo es asumir el empoderamiento, reclamar los derechos y defender con orgullo lo que dignamente se eligió.  

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