Principios que no deben olvidarse

Principios que no deben olvidarse

Las cosas que vienen sucediendo en el país, en los últimos meses, nos hacen pensar que los estremecimientos de honor y sentimientos de orgullo pueden darnos un balance fatal. Parece que el siglo XXI nos va a dar amargas lecciones como el pasado siglo XX. Es que en política no existen dogmas y la desconfianza entre conocidos y afines es precisamente el signo de este nuevo siglo que nos ha tocado vivir.

Todo parece indicar que unas misteriosas manos hayan sido las encargadas de ejecutarlas. A veces pienso que es pura casualidad, pero, todos sabemos que en política no existen casualidades, sobre todo cuando ya se vienen preparando las artillerías electorales en todos los partidos políticos nacionales. “Un país sano mentalmente es aquel que acepta su pasado sin traumas y es capaz de juzgarlo con ecuanimidad y objetividad” como señaló acertadamente Carlos Fuentes.

Y esto es así porque la inmensa mayoría está ya más que aburrida de propuestas dogmáticas que nada tienen que ver con la realidad en que vivimos. ¿Acaso tenemos una política clara de nuestra educación y el medio ambiente o los derechos de la mujer, de los ancianos o de los niños? No somos de un país en que cada ciudadano hace lo que le dé las ganas. Por eso, por suerte la corrupción que nos arropa no es monopolio de nadie, porque una nación es más corrupta que otras, sobre todo donde existe un gran mercado para el robo.

Nuestro país no tiene salvación por ahora, porque nuestros políticos han olvidado su tarea más importante que es hacer un país. Por eso sería muy buena la movilidad dentro de los partidos políticos, pues es muy necesario que cambien sus equipos y también las personas, pues es imposible seguir haciendo el discurso de la satisfacción, pues la corrupción es producto genuino de falta de moral social. Y esto aparece en República Dominicana fundamentalmente en la superestructura de la dirección de los partidos.

 

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