Principios y fines

Principios y fines

Stephen R. Covey, autor de Los siete hábitos de la gente eficaz, es uno de los escritores detrás de quienes siempre andamos al acecho de sus publicaciones. De su libro El liderazgo centrado en principios extraigo este reflexivo párrafo: “El que las personas avancen hacia la supervivencia y la estabilidad o, por el contrario, hacia la desintegración y la destrucción, depende del grado en que reconozcan y vivan en armonía con principios básicos como la rectitud, la equidad, la justicia, la integridad, la honestidad y la confianza”.

Introduzco ese pensamiento porque percibo que los dominicanos estamos siendo intoxicados con mucha retórica y propaganda que pudiera quitarnos la capacidad de razonar y, por tanto, hacernos actuar movidos por la emoción que tantos errores históricos nos ha llevado a cometer. En momentos en que una nube cargada de presagios y de insultos llena el firmamento nacional, procede alumbrarnos con el pensamiento de gente que ha basado sus actos en mandatos naturales y universales.

Me viene a la mente aquella proclama que a raíz del ajusticiamiento del tirano Rafael Leónidas Trujillo en 1961 dirigiera Juan Bosch al pueblo dominicano. Decía Bosch: “Nosotros somos una tierra pequeña, que sólo podemos engrandecernos por el amor, por la virtud, por la cultura, por la bondad”.

Nuestro pueblo tiene básicamente amor, bondad, virtud y una gran capacidad para adquirir cultura. Nosotros estamos en América, en una América que ha tomado ya resueltamente el rumbo de las democracias con libertades públicas y justicia social… Dominicanos de todas las razas, de todas las clases sociales, de todas las categorías oficiales o no, hagamos un alto. Yo he venido aquí para pedirles esto y para servir en esto.

Yo estoy dispuesto a hacer cuanto deba hacer, a arrodillarme ante quien deba arrodillarme, para que podamos sacar de mi humillación, si es necesaria, y de la disposición de ustedes, que es imprescindible, una fórmula de convivencia democrática. Parodiando a Martí, padre de América y gloria de Cuba, quiero decir aquí que los dominicanos no podemos vivir como la hiena en la jaula, dándole vueltas al odio”.

Retorno al siglo XXI donde nos encontramos con Adolfo Pérez Esquivel, Premio Nobel de la Paz, quien en un encuentro de intelectuales en La Habana en febrero 2012 comentó: “Merlau Ponty decía que un revolucionario no se hace a través de la ciencia, sino de la indignación frente a las injusticias, al hambre, a la pobreza, a la explotación; porque vos no te hiciste revolucionario a través de la ciencia, sino a través de un pensamiento social, cultural, político, y la ciencia se suma a todo esto. Pero creo que la indignación es frente a las injusticias, y en este momento tenemos que estar pensando qué hacemos. Los diagnósticos están; pero qué hacemos frente a todo esto… Muchas veces cuando viajo para compartir a las favelas, a las villas, a los tugurios, a las casas de brujas, ahí nos encontramos con la sabiduría de los pueblos, sus luchas y esperanzas. La sabiduría no es de aquel que lee más libros; la sabiduría es de aquellos que comprenden el sentido profundo de la vida”.

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