Prioridad a lo conceptual

Prioridad a lo conceptual

El Concurso de Arte E.León Jimenes, a  partir del año 2000 y más desde que se celebra en el Centro León, se ha vuelto el concurso nacional de arte dando prioridad a la creación contemporánea, una característica que cabría aplicar a todas las exposiciones del Centro. Pues, cual sea la época, aparte de las dos más contundentes colectivas contemporáneas – Landings 3 y Colección Patricia Phelps de Cisneros-, esa admirable institución siempre pone de manifiesto el arte en proceso, en vía de búsqueda -un período, una expresión, un artista aun-. Ello corresponde a la definición universal del arte contemporáneo.

… Dicen que de las grandes tradiciones surgen los grandes cambios. El Concurso de Arte E. León Jimenes, desde su creación, ha proyectado seguridad y sinceridad. Durante años, ha conservado sus lineamientos iniciales, fruto de una honda convicción  y una primera experiencia. Un segundo tiempo lo ha visto evolucionar decisivamente: cada edición señalaba una amelioración sobre la anterior, escuchando y estudiando sugerencias, adoptando finalmente una actitud positiva con total independencia de criterios.

Las nuevas bases sentaron un precedente histórico fundamental para el avance de las artes visuales nacionales y situaron a la República Dominicana, entre los países más comprometidos del mundo en este sentido. En el 2004, la vigésima edición estrenó casa propia en el Centro León –abierto en el 2003 y originalmente construido para albergar esencialmente las obras del concurso-. Los sucesivos certámenes han ido, sino radicalizando, marcando su vocación de contemporaneidad, y el XXII Concurso en el 2008 ha mantenido y reafirmado la misma posición.

De la Selección.  La selección de los admitidos fue convincente salvo muy contados casos. Respecto a los rechazados, quien no ha estado presente no puede opinar acerca de las obras descartadas, aun cuando sorprenderá la ausencia de algunos  autores. El jurado de admisión, como todo jurado independiente , expresó “su” criterio, que se fundamenta en la importancia del concepto rigiendo la formulación gráfica o plástica, y en un criterio estético, simbiosis de la evolución nacional e internacional del arte. Por lo menos dos de los tres jueces poseían un muy buen conocimiento de la producción dominicana y quisieron que el acto de crear se insertara en un contexto social, en una significación cultural o en una introspección profunda. Las tres pinturas admitidas de Gerard Ellis –que ameritaba mejor suerte- son de ello un ejemplo.

No bastaba hacer efecto sobre el contemplador en base a elementos externos, sino que el artista debía provocar la interpretación, las referencias, la toma de conciencia, sin que por ello se eliminen la fantasía y el juego.  Y obviamente el jurado de premiación intensificó esas premisas. El Gran Premio, indiscutible, atribuido a Raquel Paiewonsky, sintetiza esas valoraciones. No dejará de generar controversias, ¿pero qué gran obra se queda al margen de las disidencias?

Así mismo las tres fotografías, simultáneamente comentarios y “sin comentario” de Polibio Díaz, esté o no la manipulación de la imagen, dirigen la información y nuestra atención. Particularmente interesantes… no presionan el análisis, sino que apelan a la percepción y la sensibilidad, mientras en las fotografías (premiadas) de Indhira Rojas, la puesta en evidencia es muy explicita, o en el edificante video de María Román -cuyo positivo compromiso sigue- con su humor geopolítico.

Hace tiempo que el grabado ha caído a su nivel más débil. Sin embargo, no se trata de un determinismo fatal, aquí el jurado hizo lo que pudo, y, recordando a brillantes grabadistas descorazonados, ¡todavía creemos en un resurgimiento!  Más grave se presenta la situación de la escultura, ¿explicándose su escasez por tres razones igualmente serias? O hubo pocas participaciones. O la eliminación por el jurado se debió a la mediocridad de las piezas. O nuestros muy contados escultores importantes se abstuvieron. ¡La tendencia se va acentuando! Ahora bien, la obra, extremadamente labrada, difícil y angustiante, desagradable y fascinante, de Wladimir Velázquez se destacaba netamente.     

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Sobre el concurso

“El concurso está impecablemente organizado por un equipo altamente profesional, y los espacios en que se manejan y se exhiben las obras cuentan con los más altos estándares internacionales”. Integran el jurado de selección:  Michèle Dalmace, Carmen Ramos, José Roca, expertos profesionales en la materia.

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