Prioridad: la vida

Prioridad: la vida

No existe nada más importante que la seguridad y la garantía de la vida, las cuales son una responsabilidad inherente al Estado.

Sin embargo, nadie, absolutamente nadie, puede, hipócritamente, negar que estamos frente a una realidad consternante, creciente e imparable que nos lleva a la incertidumbre y al temor.

Es por esto que, junto a las demás medidas que hemos    sugerido en los artículos anteriores, recomendamos que el expendio de bebidas alcohólicas se mantenga  en los horarios ya establecidos y la abolición  de extrema urgencia,  de  la Ley 241 del año 1967, que regula el tránsito terrestre en la República Dominicana.

Le pedimos al Estado, en el nombre del Señor Jesucristo, la redacción, aprobación y publicación de una nueva legislación que establezca, de manera contundente, penas de carácter criminal en los casos de accidentes de tránsito, que mutilan o matan, con clara culpabilidad del conductor y fuertes sanciones a los conductores criminales del volante, similares a las penas establecidas cuando se producen hechos criminales, con armas de fuego o cualquier tipo de arma o instrumento utilizado para ejercer violencia.

Consideramos necesaria la cancelación de las licencias de conducir, de manera,  efectiva y seria, a los conductores reincidentes en hechos de imprudencias y manejo  temerario y la fijación de las condiciones que hacen apto a un vehículo para su circulación vial, retirando los vehículos que se encuentran en mal estado y que no ofrecen ninguna seguridad al ciudadano, estableciendo niveles de sanciones e incautación.

Deben ser sancionados, sin contemplación,  los que manejan desprovistos de licencias de conducir y seguro legal, al igual que los padres de menores que, irresponsablemente, ponen en manos de estos, vehículos que se convierten en un peligro inminente para la ciudadanía y a los conductores que andan armados, sin permiso legal. Padres, hoy, lloran, sin consuelo, la muerte a destiempo de sus hijos, viendo con impotencia que los autores andan sueltos, conduciendo, como si nada hubiese pasado.

La ley 241 es una maldición para nuestra nación. ¡Que los criminales del volante sean tratados como los otros criminales! ¡Que el Estado dominicano demuestre que está seriamente interesado en la preservación de la vida!

La nación reclama una ley de tránsito que se corresponda con el nivel de maldad y de violencia que vivimos.

Es hora de sancionar severamente a los que tienen sus vehículos como arma mortífera y de frenar a los desquiciados del volante.

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