Prioridad nacional

Prioridad nacional

La época del petróleo relativamente barato parece estar llegando a su fin. A juzgar por los antecedentes, es seguro que el costo de este fósil continuará quebrando sus propios topes de encarecimiento.

En el caso de nuestra economía, el reto es mantener la factura petrolera en niveles manejables y tratar por todos los medios posibles de mantener la estabilidad de la economía.

Para lograr ese objetivo se requiere acoplar políticas de ahorro de combustibles y energía, para disminuir la demanda de hidrocarburos y fomentar a la vez la inversión en sustitutos del petróleo.

Sería juicioso que, en medio de este desafío, el Gobierno declare de alta prioridad nacional las inversiones en empresas de producción de biodiesel y etanol para ser empleados como sustitutos de hidrocarburos en la producción de energía y trabajo.

Esto implicaría declarar de urgencia y alta prioridad la aprobación del marco legal para las inversiones en empresas de este tipo, como es el caso del proyecto de Ley de Incentivo al Desarrollo de Fuentes Renovables de Energía. Se requiere también intensificar la conversión de plantas para que operen con carbón mineral, biogas o gas natural, así como la fuerza eólica, para depender menos del petróleo y abaratar la energía eléctrica. De igual modo, la conversión de vehículos de gasolina y gasoil a gas natural y biodiesel, que ha dado en las pruebas altos rendimientos.

Hay que continuar y fortalecer la campaña de ahorro de energía eléctrica mediante la sustitución de las bombillas de filamento por fluorescentes de bajo consumo. Por cierto que este programa ha colocado el país en condiciones de calificar para obtener fondos especializados a partir de los acuerdos de Kyoto, que son aportados por los países industrializados con altas emisiones de dióxido de carbono hacia la atmósfera.

En fin, la sustitución de petróleo y sus derivados por combustibles renovables debe ser declarada alta prioridad nacional.

A unanimidad

La delincuencia, que ha adquirido en este país características epidémicas, debería ser combatida por todos a unanimidad, pero sin que nadie se tome la justicia en sus manos.

Lo primero es que todos debemos actuar de manera preventiva, evitando descuidos y comportamiento ostentoso que estimulen actos delictivos.

Y fundamentalmente, debemos ser responsables y denunciar ante las autoridades competentes a todo aquel que hayamos visto en acciones delictivas. El silencio, que es una especie de complicidad, ha sido uno de los grandes incentivos para quienes ejercen las malas artes. Es un estímulo que se revierte contra quien lo fomenta.

Ahora mismo hay gran preocupación en todas las capas de la sociedad, por el repunte de crímenes y delitos. Lo peor es que no parecen existir los medios para revertir esta situación. Por eso se requiere una actitud unánime de las fuerzas sociales para responder  a esta agresión indiscriminada.

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