El inminente diálogo entre la representación sindical del profesorado y las máximas autoridades del sistema educativo podría arrojar buenos resultados para el país, si en el debate predomina la flexiblidad conciliadora que no da espacio a pretensiones de avasallamiento. Lógico es que los asalariados del sector educativo aspiren a mejores ingresos, tiempo para la capacitación; mayor protección social incluyendo pensiones dignas y otras conquistas sociales. Lo razonable es también que el Estado se proponga objetivos que trascienden lo sectorial. Por eso invierte en más y mejores instalaciones para escolares; actualización curricular, tandas extendidas y en suministro masivo de útiles, uniformes, desayuno y almuerzo para el estudiantado. Asistencia de primer orden.
Las aspiraciones del sector magisterial merecen considerable atención. Es digno de un trato justo; pero los árboles no deben impedir que se aprecie el bosque en toda su amplitud. La nación, afectada todavía por baja calidad docente y otras insatisfacciones tiene metas insoslayables. Es al Estado al que con frecuencia se reclama garantizar el acceso a la educación sin restricción alguna para la niñez y la juventud. En el marco global de sus compromisos con la sociedad, las autoridades estarían en capacidad de ceder a demandas laborales; aceptándose que por su empoderamiento conocen los límites que ciñen al Estado para no afectar el gran plan educativo.

La insistencia en una bandería

No se niega la posibilidad de que en este país “todo el mundo” tenga preferencias partidarias, como afirmó la señora Margarita Melenciano, de prestigio en el ejercicio administrativo, al asumir como miembro de la Cámara de Cuentas. Pero más cierto es que el partidarismo dominicano está afectado en su credibilidad y que abundan los ciudadanos que sostienen que en sentido general los partidos le han estado fallando institucionalmente al país.
La distinguida dama admitió ser una seguidora del Partido de la Liberación Dominicana y lo ha dicho en un momento de preocupación en la vida nacional porque ese, su partido, ejerce predominio en todos los poderes del Estado, en la maquinaria judicial y hasta en los organismos de control como la propia Cámara, una unilateralidad contraria al ejercicio equitativo del poder.