¿Prioridades?

¿Prioridades?

 JOSÉ LOIS MALKUN
El Presidente de la República inicia un ciclo de reuniones con la dirigencia de los partidos políticos. El tema: La Reforma Constitucional. Este encuentro tan trascendental, que casi nunca ocurre en los 4 años de mandato de un Presidente, se convierte en una pérdida de tiempo. Imagínese lo importante que sería para el país si todos esos dirigentes reunidos con el Presidente se dedicaran a discutir temas estratégicos de interés nacional. Por ejemplo, el DR-CAFTA, donde todos asumieran el compromiso de apoyar cualquier medida que conduzca a enfrentar los retos ante la entrada del país al DR-CAFTA. O por el contrario, discutir opciones para hacerle frente a la violencia y al tráfico de estupefacientes.

Con las amenazas de huelga que penden de un hilo, y donde razones existen para crear un clima de incertidumbre, este encuentro, tan difícil de concebir, debería abrirle las puertas a un diálogo sobre el ajuste salarial, desactivando cualquier futuro desafuero populista.

Hay muchos otros temas que pueden abordarse y que van desde la seguridad social hasta el problema municipal, que nos concierne a todos y que ningún gobierno puede asumir unilateralmente.

Muchos piensan que los Gobiernos deben cargar con toda la responsabilidad de lo que hagan, esté bien o mal. De hecho, la mayoría de los que manejan el poder piensan de la misma manera. Si las cosas salen bien, la explotan políticamente y si salen mal buscan a quien culpar, siendo la oposición, especialmente si gobernó en el período anterior, la primera que paga los platos rotos. Todavía hoy ciertos funcionarios cachazudos, siguen acusando a las pasadas autoridades de los problemas que existen desde hace 100 años, para solo mencionar un período corto. Vean las inauguraciones de obras. Es raro cuando un Gobierno inicia una obra y la termina en su mandato. El 90% de las grandes obras (no los arreglos de calles y aceras o un acueducto rural), las inicia un Gobierno y las termina otro. Pero en su inauguración jamás eso se menciona y en las páginas de los periódicos lo que se destaca es “El Gobierno cumple su promesa” como si esa obra no fuera iniciada y prometida por el Gobierno anterior.

Y eso distancia a Gobierno y oposición. Convierte la lucha política en un ácido reproche de dos vías donde el que vence no es el que tiene la razón sino el que mejor maneje a la opinión pública. Y mientras avanza el proceso electoral todo se complica, elevando la acidez de los intercambios. Por eso esta reunión la considero trascendente, pero no para lo que se pretende, porque el tema constitucional no es prioridad y a lo único que conducirá su discusión es a distanciar más a las partes involucradas.

He dicho en varios de mis artículos, que si no se prohíbe la reelección entonces no hay necesidad de reformar la Carta Magna. Y como el Presidente Fernández está en su campaña reelecionista y no permitirá que eso suceda, entonces esa reforma está totalmente fuera de contexto. Hay que posponerla para cuando existan condiciones que permitan introducir este cambio. Porque la reelección es la causa fundamental de la mayoría de nuestras desgracias. Es la fuente de corrupción más importante. Es la causante del déficit fiscal que viola compromisos internacionales. Es la que impide realizar los cambios institucionales que requiere el país. Es la que fomenta el chantaje y el tráfico de influencia. Es la raíz del populismo y el clientelismo. Es la que trafica con la conciencia de los ciudadanos. Es la inunda la administración pública de asalariados sin funciones. Es la que nos conduce a las entrañas de un Metro financieramente sangriento y borrascoso. En fin, es la que lleva al Gobierno de turno a navegar como un barco sin dirección donde todo se anarquiza.

El que haya ciudadanos que todavía no comprenden esa realidad, se explica solamente porque hay cientos de miles que están encaramados en ese barco sin dirección y disfrutando de todos los festejos a bordo. Concluyendo, lo mejor que se puede hacer en estas reuniones es abordar otros temas de prioridad para el país. De hacerlo así, tanto el Presidente de la República como los dirigentes de la oposición, le harían un mayor bien al país.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas