Prioridades nacionales

<P>Prioridades nacionales</P>

Bonaparte Gautreaux Piñeyro
Desconozco el título del libro que tenía la cubierta dura, color verde y se usó, alguna vez, como material para la enseñanza en la educación primaria.

Lo que sí recuerdo que contenía un relato según el cual pasaba por el pueblo un abuelo subido en un burro y el nieto, un niño, a pie.

Un come ojos comentó: el viejo es un abusador. Debía desmontarse y subir al chiquillo. El abuelo subió al niño y siguió a pies.

Más adelante otro come ojos dijo: qué abuso, el anciano debía ir en el burro. A sus largos años debe estar cansado.

El abuelo bajó al niño del burro y los comentarios se repitieron en una y otra dirección.

El viejo decidió que ambos, el nieto y él debían montarse en el burro.

Fueron tantos los comentarios desagradables que el viejo decidió cargar al burro y al nieto.

Así, como en la historia que no recuerdo bien, pero vale como ejemplo, anda nuestro país: sin un objetivo claro y definido, sin planes a corto y a largo plazos, como un torero, improvisando ante la embestida del animal, si viene por la izquierda una manoletina, si viene por la derecha otro pase para quitarse el bruto de encima.

Si viene mucha agua, que se anegue el país, que se inunden las partes bajas, que se dañen los sembrados y se ahoguen los animales. No importa que ocurra todos los años, no hay previsión, no hay voluntad de terminar con esa tragedia que se reproduce desde siempre, como si la autoridad no tuviera conocimiento de ello, como si no hubiera soluciones para evitarlo.

Es como si las aguas quemaran y no hubiera formas de canalizarlas, de emplearlas para usos que beneficien a los hombres y mujeres de las zonas donde ocurren las inundaciones.

En ocasiones actuamos como si nos sorprendieran situaciones que se repiten con tanta precisión y con tal daño, como que todos los años habrá una temporada ciclónica. En los últimos años los ciclones han sido cada vez más destructivos y su ingreso y paso por tierras pobladas más frecuentes. Nadie debe ignorarlo.

Lo que ocurre es que hay prioridades nacionales y prioridades políticas.

Las prioridades nacionales las conocen y sienten las comunidades del país: agua potable, energía eléctrica segura, confiable y a precios que se pueda pagar.

Nuevamente le daremos paso a las prioridades políticas, por eso todos los partidos trabajan en la reforma a la Constitución. Ya fueron al sastre para que la nueva Carta Magna los favorezca, de una y otra manera. ¡Pobre país! ¿Hasta cuándo?

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