Privatización versus
estatización: la gran mentira

Privatización versus <BR>estatización: la gran mentira

Asombra escuchar tantas informaciones negativas vertidas contra la gestión de Celso Marranzini como vicepresidente de la Corporación Dominicana de Empresas Eléctricas Estatales (CDEEE) antes de que cumpliera un mes en el cargo.

Cada una de estas opiniones está basada en el concepto del daño que se provocaría si la empresa estatal fuera totalmente privatizada, cosa que nadie ha planteado formalmente. Cualquiera creería que los ácidos criticadores son marxista-leninistas de viejo tipo o partidarios de otra ideología anticapitalista. Pero no es así. Esos que lanzan acusaciones contra Marranzini creen absolutamente en las bondades del capitalismo. Sólo que prefieren enriquecerse sin que se supervisen sus manejos de los impuestos que pagamos.

Ciento cincuenta y cuatro (154) personas canceladas del departamento de comunicación, programeros y chantajistas, se lanzan al ataque despiadado porque dejaron de recibir los sobornos seguros. Asusta sobremanera enterarse que esas remuneraciones por servicios nunca prestados empezaban a medirse por la desconsolada suma de ciento cincuenta mil pesos mensuales. Eso para no hablar de las incompetentes asesorías a cincuenta mil dólares por cada 30 días de hacer nada. Mueren de rabia aquellos a quienes les han quitado, súbitamente, la enorme teta donde chupaban sin control.

Para entorpecer la gestión de Marranzini, sus críticos conjeturan negativamente en torno a cómo pudiera ser el futuro de la industria eléctrica bajo esta nueva administración. Tratan de minimizar las pruebas presentadas a través de los medios de comunicación sobre la corrupción bajo la administración del anterior vicepresidente de la CDEEE. De esta forma esperan convencer a muchos de que la malversación descarada es más conveniente que un futuro inventado a conveniencia.

Asimismo, despierta grandes sospechas que sólo sea ahora cuando tienen lugar dos “blackouts” consecutivos a nivel nacional en menos de 12 horas. Apagones totales que, casualmente, coinciden con el regreso del Presidente de la República de uno de muchos viajes al exterior. Cualquiera puede suponer la peor intención cuando todavía la dirección técnica de la empresa eléctrica permanece en manos de la mayoría de los beneficiarios de Radhamés Segura.

Soy de los que creen que calificados servidores públicos administran mejor los bienes del pueblo que empresarios privados que sólo buscan ganancia. Muchos países del mundo avalan este criterio. Pero el presidente Leonel Fernández prefiere ignorar la eficiencia administrativa y coloca en puestos de dirección a la plaga politiquera que nunca ha producido bienes ni ha administrado recursos. Habría que volver a leerse los folletos de los Círculos de Estudio peledeistas para recordar cuando Juan Bosch analizaba las desmedidas ambiciones de la pequeña burguesía pobre y muy pobre. Don Juan desgranaba ese concepto para advertir el riesgo envuelto en entregarle la administración de enormes empresas, sin supervisión alguna, a gente nunca probada en cuestiones de honestidad y de ética. El tiempo le da la razón, sólo que el boomerang retornó, resultando ahora que los más corruptos y desvergonzados han sido los que estudiaron los folletos del líder peledeista.

Celso Marranzini está convencido que el presidente Fernández le tendió una trampa en otro intento de frenar las constantes críticas hechas en su contra por garantizar la impunidad de los funcionarios más corruptos. Sabe, además, que Leonel Fernández no le va a permitir que traduzca ante los tribunales a ningún dirigente peledeísta para ser juzgado por las comprobadas malversaciones. Además, Marranzini está consciente de que los problemas que Radhamés Segura no pudo siquiera atenuar en nueve años de gobierno, a él le exigirán que lo haga antes de las próximas elecciones de mayo 2010.

El flamante vicepresidente de la CDEEE está comprometido a que esa empresa deje de ser fuente para financiar tránsfugas, sobornos y fraudes electorales. Esto significa que su próximo enfrentamiento será contra aquellos que no saben dirigir campañas electorales limpias, como no sea despilfarrando nuestros impuestos en compra de votos para controlar cargos electivos.

En conclusión, es evidente que Celso Marranzini cayó en la trampa que le tendió el presidente Fernández para salir de otro atolladero provocado por la corrupción de los funcionarios de su gobierno. Pero, de la misma manera, Leonel está también atrapado y sin salida porque, si algún logro alcanzara Marranzini, evidenciaría la complicidad presidencial en la malversación desarrollada por los anteriores funcionarios.

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