¿Privatizarían las cuevas del PNE?

¿Privatizarían las cuevas del PNE?

Una posibilidad nada descabellada para los empresarios turísticos que merodean el Parque Nacional del Este, pero “sin un solo pelo” para la opinión conservacionista, es que las cuevas que quedarían fuera de protección a causa de la modificación de la Ley Sectorial de Áreas Protegidas pasaran a ser pasto de la oferta turística, modificándolas para su adecuación a la visitación sin verdaderos controles.

Es posible que la exitosa habilitación turística y educacional de la Cueva de las Maravillas les haya abierto el apetito a algunos inversionistas hoteleros, quienes (posiblemente también) habrán visto en la utilización de la Cueva de José María, la Cueva de Ramoncito y la Cueva del Puente, alternativas de atractivo para ser bautizado como “turismo ecológico”.

Sin embargo, habilitar una o más cuevas para el turismo no es lo mismo que colocar paraguas y mesas en una playa. Una playa casi siempre será una repetición de otra: sol, arena, más o menos extensión, más o menos amplitud, con cocos o sin cocos, más o menos oleaje, etcétera. Pero no es lo mismo con las cuevas.

Las cuevas presentan grandes diferencias cuando de habilitación se habla. La Cueva de las Maravillas, por ejemplo, presentó amplias posibilidades para su habilitación por varias razones. Primero su extensión, que dio posibilidad al uso solamente de un 30% de su espacio, resultando suficiente para un recorrido provechoso para el visitante y no lesivo para la cueva. Segundo, su aireación, ya que Maravillas tiene seis entradas, lo que permite una estabilización de su temperatura hasta difícil de alterar. Tercero, su localización, porque la Cueva de las Maravillas está apenas a 5 minutos de la carretera. Y cuarto, por su amenaza, porque Maravillas se encontraba bajo una presión y amenaza terribles a causa de las visitaciones incontroladas, las que habían ocasionado severos daños tanto en sus pictografías como en sus formaciones secundarias.

Pero en el Parque del Este las cuevas resultan muy diferentes para alguna habilitación exitosa. Primero, tanto la Cueva de José María como la Cueva de Ramoncito son relativamente pequeñas, lo que obligaría a la utilización total de sus espacios. Segundo, su aireación, al tener una sola entrada, cada una la hace totalmente descartable para habilitación turística, puesto que las expone a cambios drásticos en su temperatura interior ante la presencia de visitantes. Tercero su localización, tanto la Cueva de José María como la de Ramoncito se encuentran a dos horas de camino a pie desde la entrada al Parque, lo que obligaría a la construcción de calles para un acceso rápido, eliminándose bosque y sepultándose suelo. En cuanto a amenazas, estas cuevas no se encontraban en ese estado, expuestas ahora a la visitación incontrolada si pasan a ser cuevas amenazadas.

En cuanto a la Cueva del Puente, dado que tiene tres entradas y que sus pictografías se encuentran a mucho resguardo, podría ser la única en condiciones de soportar algún acondicionamiento para visitación. Sin embargo, sabemos que para la “inversión turística” éstos no son obstáculos, pues si tienen que abrirle cinco entradas más a la Cueva de José María lo harían “en beneficio del desarrollo”.

De todas maneras es importante que los inversionistas recuerden que las cuevas –todas las cuevas del territorio nacional están protegidas por la Ley General de Medio Ambiente y Recursos Naturales, no por la Ley Sectorial de Áreas Protegidas, la que han hecho alterar con los peores propósitos.

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