Problema haitiano se agudiza

Problema haitiano se agudiza

FRANCISCO ALVAREZ CASTELLANOS
Lo ocurrido recientemente en Hatillo Palma, Montecristy, donde un grupo de haitianos asesinó a machetazos limpios a la esposa de un comerciante e hirió gravemente a su esposo, todo delante de los tres hijos menores de edad de la pareja, nos ha dado la seguridad de que el problema haitiano en el país ha llegado a su límite.   Y ha llegado a su límite porque la que fuera “pacífica” invasión haitiana del país se ha tornado más que belicosa, asesina. Porque no es solamente el caso de Hatillo Palma el que cuenta. La prensa nacional ha reseñado varios más del mismo jaez.

El haitiano, ante la desidia increíble de las “autoridades competentes”, se encuentra disperso por todo el país. En la zona oriental, por ejemplo, los dominicanos muestran su preocupación ante la cantidad de haitianos que realiza trabajos por la mitad del salario establecido. Y los dominicanos que aceptan esa situación, antipatriótica, deberían ser condenados, aunque sea por la opinión pública.

Nadie sabe cuántos haitianos hay en el país de forma ilegal, sin carta de trabajo ni nada por el estilo. Porque hay que tener en cuenta a las haitianas, que “paren como curías” niños que los haitianófilos criollos demandan que se les dote de actas de nacimiento …dominicanas. Y es bueno que se sepa que la Constitución haitiana tiene un artículo en el que advierte que todo hijo de haitiano o haitiana, no importa donde nazca, es haitiano.

En Hatillo Palma tuvo que meterse la guardia para que los pobladores no lincharan a decenas de haitianos que vivían en las cercanías. De hecho, el pasado miércoles se informó que unos 2,000 haitianos habían cruzado la frontera “voluntaria o involuntariamente”, para evitar ser linchados. Y si tal situación empieza a darse en otras partes del país, la situación se tornará sangrienta en grado sumo.

Los dominicanos estamos en la necesidad de cuidar nuestra nación, de cuidarnos a nosotros mismos de toda invasión extranjera, “ o se hunde la isla”. Así lo dijo Juan Pablo Duarte. Pero, ¿qué hemos estado haciendo para evitar ese hundimiento? Nada, absolutamente nada.

Por lo tanto, se hace necesario una segunda “dominicanización de la frontera”. Para el que no sabe historia patria haré un resumen de lo que fue aquello. Primero comenzó con un genocidio sin nombre, en el 1937, cuando Trujillo “limpió” de haitianos el país. En aquella época, en Santiago de los Caballeros la moneda “que corría” era el “papanó”…haitiano. Aquello fue, repito, un genocidio sin nombre. Luego, Trujillo fundó las “cuatro ciudades blancas” en la frontera, desde Dajabón hasta Pedernales y a ellas mandó a personajes importantes de la política, de la judicatura, de las Fuerzas Armadas, de la literatura, etc.

En esos tiempos los haitianos que venían al país lo hacían de acuerdo con un convenio firmado entre las dos naciones, a trabajar durante cuatro meses en la zafra azucarera. A los cuatro meses eran repatriados pacíficamente. Pero desapareció Trujillo y lentamente los haitianos empezaron a violar el acuerdo citado y a quedarse en el país. Hoy, la situación es insostenible. Hay lugares (Villa del Mar es uno de ellos) en que los haitianos se han apoderado de casas en construcción, han edificado bohíos malolientes, han instalado hasta burdeles, defecan detrás de los árboles y, en fin, han convertido un lugar paradisíaco en uno donde cunde el temor hoy y mañana cundirán otras cosas peores.

Los empresarios de Punta Cana, Cap Cana, Bávaro, etc., parece que no se ha  dado cuenta de la cantidad de haitianos que ofrece sus servicios a los turistas a precios irrisorios. Dentro de poco veremos surgir, como hongos, aldeas netamente haitianas en esos lugares donde se reúne parte del “jet set” internacional.

Un aparte. No quiero que nadie, ¡pero nadie!, intente calificarme cara a cara de haitianóbo. Tengo muchos y valiosos amigos haitianos, pero que lamentablemente no pueden vivir en su patria por ser…¡mulatos! Porque, aunque muchos no lo sepan, Haití es un país racista. Si no se es negro de verdad, hay problemas.

Entonces, ¿qué hacer para evitar que en menos de veinte años la patria que nos legaran Duarte, Sánchez, Mella, Luperón y miles de dominicanos más, desaparezca del mapa?

Naturalmente que ni pensar en otro genocidio como el del 1937. Pero hay otros medios. Por ejemplo, y antes que todo, levantar un muro en la frontera, electrificado en la cima. Enviar cuatro brigadas del Ejército Nacional a cuidar ese muro e impedir, a como dé lugar, que nadie intente cruzar hacia este lado de modo ilegal. En otras palabras, dividir materialmente, no mediante acuerdos, los territorios haitiano y dominicano, haciendo valer las leyes internacionales sobre pasaportes, visas, etc.

De lo contrario, señores, de lo contrario, el caso de Hatillo Palma se repetirá con más frecuencia, habrá enfrentamientos sangrientos entre dominicanos y haitianos por esos y otros asuntos, los vecinos continuarán apropiándose de tierras y casas hasta que un día, un día cualquiera, un gobierno cualquiera entienda que los hijos de haitianos ilegales nacidos aquí, ¡ son dominicanos ! Y entonces, no tendremos patria, los retratos de los Padres de la Patria desaparecerán de las paredes junto a las estatuas y bustos de los parques y no seremos nadie… salvo haitianos de tercera clase, como mulatos.

Finalmente, llegó la hora cero. Y le tocó nada menos y nada más que a Leonel Fernández. Es al Presidente de la República que le toca hacer… lo que debe de hacer. Porque, de lo contrario, podría producirse otro 1937, pero esta vez, a cargo del propio pueblo y en defensa propia.

¡Que eso no suceda, Dios mío, que no suceda!

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