Problemas azucareros

Problemas azucareros

PEDRO GIL ITURBIDES
La asociación de fabricantes de dulces y bebidas pidió hace poco que se le permita importar azúcar. Extraño reclamo que se ha hecho frecuente desde 1984, se explica en la incuria de nuestro pueblo. Porque faltan puestos de trabajo. Pero en lo que es la primera experiencia intensiva de producción primaria y transformación de la isla, quedamos rezagados, tal vez para siempre. En defensa de nuestra hidalga negligencia, sin embargo, hemos de recordar que de fuera llegaron para aconsejarnos que abandonásemos estos cultivos. Y la producción azucarera.

Contribución aportada internamente a la aniquilación del complejo de ingenios que fueron públicos, es la malversación de sus recursos, y la hipertrofia de sus nóminas. Porque en tanto la corruptela festinaba bienes de capital y financieros arriba, se abultaba el número de trabajadores y empleados abajo, para ocultar la paulatina destrucción.

Ejemplo al que puede recurrirse es el de la administración central de esos ingenios. Cuando eran propiedad de Rafael L. Trujillo, entre 1955 a 1961, su control y supervisión era realizado por 53 empleados.

Después de este último año, llegó la debacle. Esa administración fue creciendo, y en su momento de gloria y, paradójicamente, destrucción, sostenía siete mil empleados. Entonces se abandonaron las prácticas de una buena administración y se adoptaron las propias del aniquilamiento. Se abandonó el hábito de renovar los cultivos. Pero éste era un aspecto en una cadena que incluyó el robo de los abonos, y la anulación del proceso de erradicar las malezas que compiten con la caña por los alimentos del suelo.

En las factorías olvidamos recomponer las masas de molinos, y reconstruir maquinarias en el tiempo muerto. Como era dable encarecer el transporte cañero para ayudar a un amigo, nos olvidamos de reforzar las líneas férreas que poco a poco fueron destruidas.

Casi al mismo tiempo en que se hacía público este pedido de los fabricantes de dulces, el Central Romana anunciaba la entrega de varios centenares de millones de pesos como bonificación. Funcionarios de alto nivel, pero también empleados de las cadenas de mando y ejecución, o trabajadores fabriles y de campo, se beneficiaron de esta entrega. ¿Cómo explicar la ruina por un lado, y los altos beneficios de un emporio privado, que se permite el lujo de repartir, cada año, esa bonificación?

Recordé entonces al fenecido amigo don Manuel de Jesús Viñas Cáceres. En una ocasión ocupaba la vicepresidencia agrícola del Central Romana, y pasé a visitarlo a sus oficinas en Higüeral. Salió a recibirme, aunque me explicó, con su gracejo característico, que en ese momento los auditores de producción averiguaban dónde estaban unos cerdos que no habían nacido.

Años más tarde, en tanto ocupaba la dirección general del Consejo Estatal del Azúcar me pidió que lo visitara esa noche en su casa. Estaba dolido, y deseaba confiarse a nosotros. “¿Recuerdas una vez que te dije que unos auditores del Central Romana andaban tras unos puercos que no habían nacido?”. Entonces comenzó su relato. Romana elabora anualmente presupuestos financieros y de producción. Ambos procesos son auditados con frecuencia, y el último se mide por resultados.

Para ello, un cuerpo de supervisores, con auxiliares en todos los niveles, requiere información, que se verifica. Los vehículos de los superintendentes de producción tienen números en los techos, porque son monitoreados, para saber si cumplen con su responsabilidad.

-Pero aquí, me dijo, no hay modo de aplicar una administración racional. No puede llevarse el nivel de la empleomanía a proporciones adecuadas. No se hacen las reparaciones o se cumplen a medias.

Tal vez ello explique las razones por las que una nación que comenzó a producir azúcar de caña en 1508, tenga que importar azúcar. Hace rato que pasaron los tiempos en que este dulce era la espina dorsal de la economía.

Es, ahora, fuente de problemas para muchos, de inconvenientes para otros, de desazón para quienes se sienten preocupados por la suerte del país.

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