Las perturbaciones urbanas están influenciadas por varias condiciones indeseables, una es la disolución del núcleo familiar, también  el caos en el tránsito, otra es el alto índice de delincuencia que tiene atemorizada a la población ahora con el respiro del plan de seguridad ciudadana que con timidez y pocos recursos se le dio inicio en los días santos.

 Un problema urbano, al cual no se le da mucha mente, es la situación desastrosa  de los sistemas de cloacas para colectar las  aguas negras domiciliarias e industriales,  que con las plantas de tratamiento destruidas y sin mantenimiento, envían esos desechos al mar Caribe en un efluente crudo y contaminante, convirtiendo esas aguas ribereñas del Ozama y del mar en un gran albañal.

 Todos conocemos de las perturbaciones durante las temporadas de lluvia. Las calles se inundan,  entorpeciendo el tránsito de mala manera. Parecería que existe un plan de acrecentar esos inconvenientes para convencer a la ciudadanía de la bondad de destruir las calles para enterrar tuberías  y dotar a la ciudad de un sistema moderno de alcantarillado pluvial y sanitario.

 Por igual, se confronta el serio problema de la disposición de las aguas negras en muchos sectores de la capital. En el polígono central no existe  un sistema de cloacas con los centenares de pozos filtrantes  contaminando las aguas del subsuelo, la cual se extrae para utilizarla como agua de servicio, y sin tratamiento primario, en esas mismas torres y residenciales.

 Pensar en taladrar las calles de la capital, la mayoría  recién asfaltadas, con miles de metros de zanjas para colocar las tuberías sanitarias  y pluviales, sería una perturbación urbana de inconmensurable magnitud en que los únicos favorecidos serían los contratistas de esas obras millonarias.

 La solución sanitaria para el polígono central  sería recurrir al método que se utiliza  en los grandes portaaviones nucleares, que con tripulaciones de 10 mil personas, poseen equipos para tratar el agua servida antes de enviarla al mar, purificándola mediante aireadores que inyectan oxígeno a las bacterias que se encargan de acabar con la contaminación de esas aguas negras. No se trata de equipos sofisticados y aseguraría que el agua del subsuelo se utilice sin temor de epidemias.

Pensar en abrir miles de metros de zanjas en toda la capital, para un alcantarillado sanitario o pluvial, sería traumático y perturbador, que nos recordarían los hechos bélicos de abril de 1965. Un preludio de esas perturbaciones las estamos viviendo con los inconvenientes  que ocurren en la avenida Rómulo Betancourt  y en la Cayetano Germosén conlainstalación delatubería de 20 pulgadas para el reforzamiento delabastecimiento de agua de esas zonas. Y aquí seestá destruyendo elasfalto recién colocado en algunos  tramos de esas avenidas, revelando la tradicional falta de comunicación  interinstitucional, por esas rivalidades y celos políticos entre miembros del mismo partido.

Las perturbaciones urbanas van razón directa a la falta de educación de la ciudadanía, la cual contribuye a crear las distorsiones físicas  y sociales para que los entornos en donde se vive sean cada vez mas inadecuadas. La arrabalización sehace presente encasas construidas sin ton ni son, calles trazadas a la brigandina,provocadores deserios inconvenientes entodoslosbarrios periféricos.A estos,por elclientelismo político de mas de medio siglo,se le asfaltan los callejones, se les coloca tubería para agua y se les instalan los cables eléctricos, fortaleciendo el hacinamiento humano, engendrador de lamarginalidad social yporende estimulador sostenible de los índices de la delincuencia en sus mas