Ciertamente procede una reforma constitucional que regule de manera permanente los derechos y deberes de los ciudadanos, algo que no ocurre ahora.
Ello así, porque basta con juntar voluntades, como cartas de la baraja, y con esa mayoría jugar a la confección de un traje a la medida por ello, la Constitución solo debe ser objeto de revisión y modificación mediante un plebiscito.
A esa consulta se le deben someter los temas a modificar de manera expresa y clara, los asuntos deben ser debatidos previamente de manera pública y con absoluta libertad para que haya una real participación popular.
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Sin más, propongo: que el período constitucional sea de seis años, con la posibilidad de un segundo período, en caso de que el aspirante a la reelección no resulte ganador, no podrá ser candidato a ningún puesto electivo en el futuro. Ningún expresidente podrá ser candidato a la presidencia.
Reducir el número de diputados a 100, asimismo el número de senadores debe ser fijado a 20, para lo cual se deberá reorganizar el mapa político de la Nación para que solo haya 10 provincias.
En la capital de cada una de las provincias funcionará una diputación formada por seis (6) miembros escogidos mediante elección libre, el organismo funcionará como gobierno provincial presidido por el gobernador de la demarcación.
La Ley de Gastos Públicos distribuirá los ingresos nacionales de modo tal que contribuya a la descentralización de la inversión pública, para lo cual dotará a los ayuntamientos de fondos que les permitan, junto con sus ingresos propios, resolver sus necesidades.
Se debe crear un Ministerio de Comunicaciones cuya finalidad sea reorganizar el tráfico, regular el tránsito, ocuparse del estado de las carreteras.
El sistema nacional de enseñanza está desfasado, enseña o dice enseñar materias y asuntos cuyo valor es prácticamente nulo. En el método de mecanografía que se estudiaba en el siglo pasado había una frase que decía: “El alemán era un hombre a quien le sucedía lo que, a la mayoría de los jóvenes de su patria, que después de estudiar largos y agotadores años en las universidades de su país, tenían que ejercer un oficio cualquiera”.
Esa es la realidad de los resultados de la enseñanza nacional que cada día cuesta más para tener resultados tan pírricos, da pena hablar con un joven bachiller cuya educación comienza mal desde la casa cuyos padres no les enseñan a saludar, a respetar a sus mayores, y luego, en la escuela, no ponen en sus manos herramientas que les permitan iniciarse en el mercado laboral.