Proclamación deslucida, diálogo desganado

Proclamación deslucida, diálogo desganado

Continuando con su ruta desenfrenada de atolladeros y atropellos a disposiciones constitucionales, legales y reglamentarias vigentes; la JCE sometió a la Asamblea Nacional boletines, en lugar de actas, convirtiendo en irregular y deslucida la proclamación del presidente Medina tanto por incumplimiento de dichas disposiciones como por el retiro de opositores. Estas actas habían sido previamente solicitadas notarialmente por opositores sin que la JCE obtemperara a este requerimiento.
La proclamación resultó tan deslucida que no constituyó principal noticia en la mayoría de medios y algunos ni siquiera la recogieron destacadamente.
Lejos de disipar aprehensiones y sombras sobre legalidad del reciente proceso e ilegitimidad de sus autoridades emanadas, la aludida proclamación las abona; haciéndole flaco servicio a la nación, su democracia y Gobierno. Estas estigmas-ilegalidad e ilegitimidad-reducen entusiasmo y apoyo ciudadano y disminuyen expectativas ciudadanas que concita todo Gobierno nuevo. Causan indiferencias que restan apoyo popular y provocan resistencias a cooperación que todo Gobierno necesita de sus gobernados para cumplir obligaciones como las tributarias.
Pudieran subsanarse con diálogo serio, no desganado, sino respetuoso del pluralismo y de la energía que subyace en la sociedad. Balaguer en 1990 reforzó legitimidad mediante reformas económicas emanadas que partieron del PACTO TRIPARTIT0. En 1994, mediante PACTO POR LA DEMOCRACIA. En 1974 revistió de legitimidad su Gobierno incorporando opositores.
El diálogo, para ser efectivo y reparador de ilegalidades e ilegitimidades debe cimentarse en condiciones adecuadas de representatividad de participantes y mediadores, temario y procedimientos.
No es posible diálogo eficaz con participación exclusiva de mayorías, excluyendo minorías; inapropiado de democracia genuina. España está estructurando Gobierno involucrando minorías. Tampoco ignorando fuerzas activas y dinámicas expresadas a través de organizaciones preocupadas por secuestros partidarios de nuestra democracia que han provocado complicidad y connivencia inhabilitantes del sometimiento a sus esencias.
La mediación misma debe ponderarse. No es posible resultados significativos en diálogos con mediación unilateral o parcializado por haberla escogida únicamente el Gobierno de entre funcionarios estatales. Y carentes, o por haber perdido, de capacidad de representación institucional que otro ora ostentaban.
Guardando distancias, el diálogo político venezolano comenzó mediado con tres expresidentes y ahora se suma el Vaticano.
Tampoco puede lograrse diálogo eficaz con una agenda contentiva solo de temas que interesen al Gobierno, algunos de ellos manidos y estereotipados, descartando preocupaciones fundamentales opositoras
Y mucho menos si los procedimientos de discusión y comunicación priorizan poses y discursos, muchos repetitivos, ante cámaras; convirtiendo el diálogo en bulto o espectáculo de fachada o apariencia, formal y ritual; perjudicando seriedad y sustancialidad a deliberaciones de fondo necesarias para transformar nuestra democracia en un sistema más justo y equitativo, más eficaz y eficiente, social y económicamente.

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